capítulo 24

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𝘑𝘶𝘯𝘨𝘸𝘰𝘯

Los chicos no tienen tanta resaca como deberían. Había olvidado cómo el cuerpo de los adolescentes puede recuperarse de cualquier cosa.

Ya han terminado todos los ejercicios del día y nadie ha vomitado.

Ahora, juegan en la pista de entrenamiento y Taeyong está haciéndolo muy bien. Cada vez que detiene un lanzamiento, siento que he hecho algo bueno.

Algún día, este chico será buenísimo. Es material para becas y espero que el padre del que tanto se queja sea capaz de apreciarlo.

Los jóvenes delanteros a los que Jay ha estado entrenando por fin se han puesto las pilas. Ya han hecho bastantes tiros a puerta. Y Jay está arbitrando el juego. Incluso los perezosos círculos hacia atrás que realiza con los patines son fluidos y potentes.

Hay tanto talento en esta sala ahora mismo que apenas puedo creerlo. Es la razón por la que hago el viaje de cuatro mil kilómetros cada año. Por esto.

Hay otro ataque en la red. Mark hace un pase de banda a banda a Ten, que no duda. Lo lanza a la portería antes de que
Taeyong lo detenga.

Un pequeño grito de victoria se eleva desde el equipo anotador.

—¡Te he ganado, Taeyong! —grita Ten—. ¡Eres como un colador, mamón!

«Oh, mierda, allá vamos»

Taeyong se sube la máscara. Luego saca una botella de agua de la parte superior de la red y se echa un poco en la boca. Estoy a la espera de que se la escupa a Ten en la cara, pues mi chico ha enrojecido. Me preparo para el desastre.

Taeyong tira la botella a la red y me mira a los ojos.

«Por favor, no explotes como una mina», le ruego en silencio.

Mi portero me dedica una pequeña sonrisa antes de hablar.

—Sí, Ten. Me has ganado. Solo te ha costado dos docenas de intentos, grandísimo inútil. —Se baja la máscara y toma el palo. Jay sonríe cuando patina para recuperar el disco.

—Esa es la actitud, chico —dice a Taeyong.

El adolescente parece un poco engreído cuando le lanza el disco a Jay, que lo atrapa con la mano.

Estoy tan absorto en este pequeño drama que no me doy cuenta de que las cabezas se giran para mirar a alguien que ha aparecido detrás del área.

—¡Won, ven!

Me doy la vuelta y veo a Haerin agitando los brazos.

—Haerin.—digo como un estúpido— ¿Qué haces aquí?

Pone los ojos en blanco, con las manos en las caderas bajo un diminuto pantalón corto vaquero.

—Vaya bienvenida, no, Yang. Seguro que puedes hacerlo un poco mejor.

—Joder —suelta Taeyong—. La novia del entrenador Yang tiene un buen par de tetas.

—Cállate —murmuro mientras lo miro a los ojos.

Más de una docena de adolescentes se están tirando a Haerin con la mirada. La chica lleva unos shorts diminutos y un top casi inexistente. Siento como se me calienta el cuello y eso que todavía no he mirado a Jay.

Se acerca patinando, con una pequeña sonrisa retorcida en los labios.

—¿Tienes visita, Yang?

—Eh... —He perdido la capacidad de hablar, porque estoy ocupado barajando todas las conversaciones incómodas que se puedan dar—. Haerin, este es mi amigo Jay.

𝗔𝗹𝘄𝗮𝘆𝘀 𝗵𝗲. jaywon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora