𝘑𝘶𝘯𝘨𝘸𝘰𝘯
Ha sido un largo día de entrenamiento.
Pat dirige un intensivo de dos semanas al final del campamento, y la verdad es que llenamos el lugar.
Como los dormitorios están abarrotados, los chicos que vienen se alojan en apartamentos con sus padres. Aprovechamos al máximo el tiempo en el hielo y las horas de luz solar.
Es duro, pero me encanta.
Sin embargo, paso el día en vilo. Jay tiene una reunión con el responsable de relaciones públicas. Así que después de la última sesión del día, corro a mi habitación.
Esta mañana me he dejado el teléfono en la habitación a propósito para no pasarme el día mirándolo.
Hay algo delante de la puerta. Es un paquete de FedEx. Lo recojo y no pesa nada.
Abro la puerta y entro en la habitación casi vacía. A Pat todavía le falta un entrenador, lo que significa que es bueno que haya vuelto para ayudarlo.
Lo primero que hago es comprobar el teléfono. No hay mensajes de voz, y el único correo electrónico es una oferta de gafas de sol con descuento. Así que me fijo en el paquete, arranco la tira del borde y abro el sobre.
Cae una caja de regalo, la misma que llené hace poco con Skittles morados. Abro la tapa de un tirón y encuentro un papel dentro. Con una sonrisa, veo un solo Skittle púrpura pegado a la página.
Es el resultado de las recientes pruebas médicas del señor Park J. Jongseong junior. En él aparecen todas las enfermedades de transmisión sexual conocidas y la palabra «negativo» después de cada una de ellas.
Ha garabateado algo en la parte inferior: «Iba a llenar esta caja con condones púrpura, pero luego tuve una idea mejor».
Y ahora estoy cachondo e impaciente.
Así que me paseo por la habitación.Cuando minutos después mi móvil anuncia que me ha llegado un nuevo correo electrónico, lo saco del bolsillo de un tirón para leer el mensaje Pero no es de Jay.
«𝗤𝘂𝗲𝗿𝗶𝗱𝗼 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲𝗻𝗮𝗱𝗼𝗿 𝗬𝗮𝗻𝗴:
𝗠𝗲 𝗰𝘂𝗲𝘀𝘁𝗮 𝗰𝗿𝗲𝗲𝗿 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗼 𝗵𝗮𝘆𝗮 𝗽𝗼𝗱𝗶𝗱𝗼 𝘁𝗲𝗿𝗺𝗶𝗻𝗮𝗿 𝗹𝗮𝘀 𝘀𝗲𝘀𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗶𝗴𝗼. 𝗧𝗮𝗺𝗽𝗼𝗰𝗼 𝗵𝗲 𝗹𝗼𝗴𝗿𝗮𝗱𝗼 𝗵𝗮𝗯𝗹𝗮𝗿 𝗰𝗼𝗻 𝗺𝗶 𝗽𝗮𝗱𝗿𝗲. 𝗘𝗻𝘁𝗿𝗲𝗻𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗶𝗴𝗼 𝗵𝗲 𝘃𝗶𝘃𝗶𝗱𝗼 𝗲𝗹 𝗺𝗲𝗷𝗼𝗿 𝘃𝗲𝗿𝗮𝗻𝗼 𝗱𝗲 𝗺𝗶 𝘃𝗶𝗱𝗮, 𝘆 𝗺𝗲 𝗳𝗮𝘀𝘁𝗶𝗱𝗶𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗵𝗮𝘆𝗮 𝗮𝗰𝗮𝗯𝗮𝗱𝗼 𝗰𝗼𝗻 𝘂𝗻 𝗳𝗶𝗻𝗮𝗹 𝘁𝗮𝗻 𝗮𝗺𝗮𝗿𝗴𝗼.
𝗘𝘀𝘁𝗲 𝗮ñ𝗼 𝗷𝘂𝗴𝗮𝗿é 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗦𝘁𝗼𝗿𝗺 𝗦𝗵𝗮𝗿𝗸𝘀 𝗨𝟭𝟴. 𝗔𝗾𝘂í 𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲𝘀 𝗲𝗹 𝗲𝗻𝗹𝗮𝗰𝗲, 𝗽𝗼𝗿 𝘀𝗶 𝗮𝗹𝗴𝘂𝗻𝗮 𝘃𝗲𝘇 𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲𝘀 𝗰𝘂𝗿𝗶𝗼𝘀𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗽𝗼𝗿 𝗰𝗼𝗻𝘀𝘂𝗹𝘁𝗮𝗿 𝗺𝗶𝘀 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗱í𝘀𝘁𝗶𝗰𝗮𝘀. 𝗢𝗽𝗶𝗻𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝘃𝗮𝗻 𝗮 𝗺𝗲𝗷𝗼𝗿𝗮𝗿, 𝘆 𝘁𝗼𝗱𝗼 𝗴𝗿𝗮𝗰𝗶𝗮𝘀 𝗮 𝘁𝗶.
𝗦𝗮𝗹𝘂𝗱𝗼𝘀, 𝗟𝗲𝗲 𝗧𝗮𝗲𝘆𝗼𝗻𝗴 𝗝ú𝗻𝗶𝗼𝗿»Leo el correo electrónico dos veces. Y luego una más. No menciona nada sobre Jay y yo, y tampoco nos insulta. Solo es un chico que quiere jugar al hockey y que quiere dar las gracias a la gente que ha intentado ayudarlo.
Maldita sea, me invade el orgullo con este correo electrónico. Y me siento un poco más optimista que hace cinco minutos con respecto a la vida.
Escribo una respuesta rápida, porque no quiero olvidarme.
«𝗧𝗮𝗲𝘆𝗼𝗻𝗴, 𝗲𝗿𝗲𝘀 𝘂𝗻 𝗽𝗼𝗿𝘁𝗲𝗿𝗼 𝗶𝗻𝗰𝗿𝗲í𝗯𝗹𝗲 𝘆 𝗵𝗮 𝘀𝗶𝗱𝗼 𝘂𝗻 𝗽𝗹𝗮𝗰𝗲𝗿 𝘁𝗿𝗮𝗯𝗮𝗷𝗮𝗿 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗶𝗴𝗼 𝗲𝘀𝘁𝗲 𝘃𝗲𝗿𝗮𝗻𝗼. 𝗣𝗼𝗿 𝘀𝘂𝗽𝘂𝗲𝘀𝘁𝗼, 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗿𝗼𝗯𝗮𝗿é 𝘁𝘂𝘀 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗱í𝘀𝘁𝗶𝗰𝗮𝘀 𝗮 𝗺𝗲𝗱𝗶𝗱𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗮𝘃𝗮𝗻𝗰𝗲 𝗲𝗹 𝗶𝗻𝘃𝗶𝗲𝗿𝗻𝗼. 𝗩𝗮𝘀 𝗮 𝗮𝗿𝗿𝗮𝘀𝗮𝗿 𝗲𝘀𝘁𝗮 𝘁𝗲𝗺𝗽𝗼𝗿𝗮𝗱𝗮.
𝗦𝗮𝗹𝘂𝗱𝗼𝘀, 𝗬𝗮𝗻𝗴 𝗝𝘂𝗻𝗴𝘄𝗼𝗻»Entonces vuelvo a pasearme por el cuarto y a preocuparme por Jay. ¿Y si lo echan y no estoy allí para él?
¿En qué lugar de Lake Placid puedo hacerme un análisis mañana?
Cuando suena el móvil, doy un respingo y me apresuro a contestar.
—¡Hola, cariño! ¿Te encuentras bien? ¿Qué ha pasado?
—Sí, estoy bien. —Su voz ronca se desliza en mi oído y me envuelve el corazón. Por lo que oigo, supongo que está en la calle. Me pregunto qué va a decirme—. Maldita sea, ojalá te tuviera aquí ahora mismo —dice.
Me preparo. —Te llevaría a ese restaurante italiano de Queen Street que les encanta a los chicos. Me muero de hambre y quiero contarte cada palabra de la alucinante conversación que acabo de tener.
Ahora mismo sigo un poco mareado por el estrés. —¿Qué tipo de conversación?
—De las buenas —asegura.
Mi pulso se ralentiza, pero aún no quiero hacerme ilusiones. Porque parece imposible creer que un equipo de alto nivel de la Liga Nacional de Hockey vaya a encogerse de hombros ante la confesión de Jay.
Nada de esto tiene sentido.
—Pero... ¿no deberíamos evitar los lugares donde a tu equipo le gusta comer? —pregunto con cuidado—. Sabes que eso significa que la gente nos verá, ¿verdad?
—Sí, pero algún día, pronto, no importará.
—¿De verdad? —Necesito una garantía, un documento notarial.
Quiero un Valium. O una mamada. O ambas cosas.
—Estoy teniendo un muy buen día —susurra Wes. Vuelvo a relajarme.
—Me alegro —murmuro.
—Te quiero —añade.
—Lo sé.
Jay se ríe en mi oído, y su felicidad me convence de que estaremos bien.
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𝗔𝗹𝘄𝗮𝘆𝘀 𝗵𝗲. jaywon
Fanfiction¿Puede una noche de borrachera arruinar una amistad para siempre? ¿O es esta la oportunidad que ambos necesitan para aprender más sobre el otro... y sobre sí mismos? Todos los derechos a su respectivo autor.