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Lia Thompson

La cena fue tranquila, todos comimos de las sobras que habían en la nevera mientras hablábamos de intrascendencias. 

—Voy un momento arriba —digo levantándome de la mesa. 

Subo las escaleras hasta llegar a la primera planta. Me dirijo hacia la habitación de Lip, que ahora es de Fiona, entro intentando no hacer ruido. Me acerco a la cama y levanto el colchón buscando la bolsa de maria que deje ahí hace unos meses, palpo la superficie y no encuentro nada. 

—Mierda —murmuro. 

Tiro el colchón al suelo para ver mejor pero me encuentro con un somier vacío. 

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! —. Maldigo. 

¿Dónde esta mi hierba?

Me llevo la mano al pelo intentando recordar si la he movido de sitio pero no me llegan recuerdos de eso. Deambulo por la habitación mientras revuelvo todo y miro en los armarios pero no encuentro nada. 

—¿Lia? —La voz de Fiona me saca de mi mundo. Pego un salto asuntándome—. ¿Qué haces?

Mierda.

—Estoy buscando una cosa —. Me rasco la nuca nerviosa—. Pero no la encuentro. 

—Pues me has dejado la habitación hecha una mierda, recógela —demanda. 

Asiento sin atreverme a decir nada más. Fiona resopla antes de darse la vuelta e irse. 

—Joder. —Miro la habitación, el colchón esta en el suelo tirado y hay varias piezas de ropa también tiradas por ahí. 

—¿Buscas algo? —Me giro encontrándome con Carl que sostiene una bolsa entre sus manos. 

¡Mi maria!

—Eso es mio, Gallagher. 

—Deja de llamarme por mi apellido, sabes que lo odio. —Me cruzo de brazos—. Bien, me lo merezco. 

—Devuélveme eso. —Señalo la bolsa. 

—Con una condición. —Sonríe con suficiencia y no puedo evitar enarcar una ceja. 

—¿Qué quieres?

—Hablar. 



Carl Gallagher

—Hablar —digo con calma. 

Realmente me encuentro histérico, nervios y tenso. No quiero que desaparezca de mi vida, ella lo es todo para mí. Me costo darme cuenta, tantas chicas y ella siempre ha estado para mi. 

En el correccional solo pensaba en ella. En su cara, su cuerpo, su risa. Siempre ha sido ella y he tenido que tenerla lejos para darme cuenta. No justifica todo lo que le dije pero a la mierda con J. Dog, no pienso mantérla más tiempo lejos de mi. 

—Quédatela, ya me buscare otra —dijo. 

Lia intento pasar por un lado mio pero se lo impedí agarrando su brazo. 

—Suéltame, Gallagher. 

Dios, como odio que me llame así. 

—Tienes que escucharme —suplico—. Va todo más allá que unas simples palabras, Lia. 

La pelirroja se pone tensa, por unos segundos pienso que se va a quedar a escuchar lo que le tengo que decir pero toda mi esperanza se esfuma cuando su brazo se suelta de mi agarre de forma brusca. 

soulmates|| carl gallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora