Prólogo

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14 de febrero de 2007

En la noche del 14 de febrero, una noche tormentosa y oscura, una mujer con dolores de parto estaba a punto de traer al ser con mas poder al mundo

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En la noche del 14 de febrero, una noche tormentosa y oscura, una mujer con dolores de parto estaba a punto de traer al ser con mas poder al mundo.

La mujer estaba desesperada, adolorida, ansiosa y un sin numero de emociones mezcladas por saber que el ser que tenia en el vientre iba a nacer y no era para menos, millones de personas esperaban el nacimiento del bebé.

Algunos esperaban aquél bebé como símbolo de grandeza y poder, otros para acabar con él bebé.

Pero no todo era perfecto, pues la mujer estaba escapando de hombres que la estan buscando para impedir que este ser nazca.

La mujer corria sin rumbo alguno por un bosque, en su cabeza solo tenía presente que no debía ser atrapada y debía impedir que tocaran al ser en su vientre.

El dolor en su vientre era más fuerte cada que seguía corriendo, pero no se podía detener, no era una opción, no para ella.

Siguió avanzando, pero ya no podia más, a lo lejos visualizó un muro de rocas y con la ventaja que sabía que había ganado fue detrás del muro de rocas y se sentó como pudo en la tierra humeda y fria del Bosque.

Sin tener mucho tiempo para pensar en el dolor se dispuso a pujar con todas sus fuerzas, era una luchadora y  sobretodo era una superviviente, estaba preparada para lo peor.

— ¡Ahhhh!— pujaba y pujaba mordiéndose el labio para no hacer tanto ruido, el dolor era desgarrador, su cuerpo estaba cansado y débil por haber usado todas sus fuerzas en huir— ¡ Ahhhhhhh! — sentía como sus músculos se desgarraban, el dolor era más intenso y desgarrador, sentía como empezaba a perder la consciencia pero no se rindío y siguió hasta que en medio de tanto dolor escuchó un llanto, sin poder evitarlo empezó a sollozar por la felicidad que sentía.

— mi pequeña королева <<Reina>>

— eres tan hermosa, eso es, te llamarás Adara y tú otro nombre será Artemisa, ¿sabes por que pequeña? — la niña recien nacida dejó de llorar, sorprendentemente — Artemisa es la diosa más poderosa, Adara, y eso eres tú: poder y belleza, como tus dos nombres lo dicen — la bebé apenas nacida abrió sus ojos y la mujer se quedó sin habla, nunca había visto ese color de ojos, eran tan... unicos, hermosos e irreales y estaba tan abrumada que ni si quiera sabía si era normal que ya abriera los ojos.

— oh, por Dios pequeña, tus ojos son los más hermosos, nunca vi un color como ese, eres una reencarnación de una diosa, digna de la FUTURA lider — aunque aquella mujer quería enterrar en lo más profundo su pasado, falló cobardemente. Si había visto ojos del color de su hija y ella había sido la causante de que aquellos ojos nunca más se volvieran abrir y ahora por culpa de sus acciones torpes y egoístas querían matar a su primogénita.

El instinto de supervivencia de la mujer se activó cuando escuchó voces e intento levantarse, pero sus piernas flaquearon y cayó a la tierra de nuevo con la bebé en brazos, de un momento a otro todo se puso negro y la mujer luchaba por tener abierto los ojos, pero ya no tenía fuerzas, ni tiempo, poco a poco se le iban cerrando los ojos, — Adara te amo, mi pequeña — dijo en su último aliento y sus ojos se cerraron cayendo inconsciente.

Los hombres que iban trás aquella mujer encontraron el cuerpo inconsciente de la misma y a su lado a la bebé recién nacida quien sorpresivamente no estaba llorando.

La mujer encargada de la emboscada recogió a la bebé en sus brazos y al ver esos ojos se quedó sin respiración, eran del mismo color de la persona por la cuál hoy estaba allí en ese bosque en busca de venganza.

Sin embargo ya no había vuelta atrás, aunque llevarán la misma sangre, ella murió el día en el que asesinaron a la única persona que quería.

Sin dar tiempo a remordimientos gritó las palabras que marcarían el futuro de un legado sangriento y poderoso que cambiaría al mundo, donde las leyendas de dioses y Amazonas parecen reales, donde la mujer de las 2 sangres surge y asciende como lo que estuvo destinada a ser: La Emperatriz de sangre.

— ¡Encontré a la primogénita!

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