41: estrategia

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Morelia Smitch

— ¡La tienen que apresar! — le grita Devora al ministro.

El ministro tensa la mandíbula, pero no responde.

— Ella abdicó, siempre ha sido leal. Es la mejor agente que tenemos — la defiende Camila.

Volteo los ojos, obvio la va a defender, es su mejor amiga.

— Tiene que haber un juicio — recalca Sebastian.

— ¡¿Cual juicio?! — explota Devora enfrentándose a Sebastian — Ella es la hija de Emma Rinaldi y de Maksimilian Petrov y hasta donde sabemos también es prometida de Maximiliano Benavides — lo señala con su dedo, está totalmente descontrolada — ¿no se han puesto a pensar que pasaría si reclama las tres mafias más poderosas del mundo? Ustedes mismos lo dijeron, Ella es una arma, no hay nadie que se le compare ,según ustedes, si reclama las mafias sería intocable.

La sala queda en un silencio sepulcral, estamos en el centro de Rusia y los agentes rusos no disimulan absolutamente nada.

Todos nos están escuchando, estamos en pleno centro, en frente de todos los agentes debido a la gravedad del asunto.

Los agentes del FBI se incorporaron a la misión cuando se enteraron y por obviedad tuvimos que posponer la misión a Colombia.

Esto no pinta nada bien para los agentes del FBI, ellos tienen sus propias reglas y se rigen a un centro diferente y por lo que veo todos están atónitos con toda la información, ya que nosotros sabemos más cosas de las 3 mafias que nadie.

— Lamento la intervención — todo mi cuerpo se tensa al escuchar esa voz — pero yo ya soy intocable, cariño. No necesito de nadie, ni de nada.

Adara Petrova.

Todos nos volteamos para ver a la pelirroja entrar en el centro de Rusia sin ser detenida por ningún agente.

No viene sola, viene con él jodido león que vi en la jaula.

Ese animal es descomunal en todos los sentidos, sobrepasa la altura y evidentemente el peso de un león promedio, además de que esa raza especifica de león no se ve a menudo por el peligro que son para todos.

El león le llega casi al cuello a Adara y ella no es justamente baja.

Odio admitirlo pero se ve alucinante, su cabello rojo está recogido en una cola de caballo alta, no parece que lleva maquillaje, pero no le hace falta. Sigue con la misma ropa con la que la vi en la jaula.

Su cuello tiene rastros de sangre seca, pero sus manos tienen sangre fresca.

Miro de reojo al ministro, pero este mira a Adara, parece envuelto en un trance.

Los agentes se hacen a un lado, dejando pasar a la pelirroja y al león que les gruñe.

Devora se pone al frente de todos y cierra sus manos en puños.

Está loca. Ni si quiera yo me atrevería a enfrentarla en estos momentos.

Adara enarca una ceja y no entiendo como nunca me di cuenta de sus genes, es jodidamente claro que es una Petrova.

— ¿Tienes los cojones de venir aquí? ¿Acaso eres tonta?, maldita criminal — Adara ni se inmuta, la diversión brilla en sus ojos. Esa mujer es un peligro andante y nunca lo vi más claro que ahora.

Devora no retrocede cuando el león le gruñe, tiene cojones o es suicida.

Adara ignora a Devora descaradamente y mira al ministro, comparten una mirada que solo ellos entienden.

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