32: un momento de debilidad

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Artemisa

Hice exactamente lo que el me pidió y quedé totalmente desnuda ante el.

Fue incómodo sacarme las bragas sabiendo que me podía bajar sangre en cualquier momento.

Ander o Cael, me estaba devorando visualmente, su recorrido por todo mi cuerpo era lento.

Su mirada pasó de mi cara; a mi cuello; pechos; abdomen; caderas; y a mí mismísimo centro.

Su mirada tardó ahí dejando escalofríos con el, después de una eternidad siguió su recorrido por mis muslos hasta la punta de mis pies.

— Jodidamente perfecta — murmuró tan bajo que parecía que era una afirmación para el mismo.

Así mismo subió su mirada lentamente hasta mi cara y mis ojos conectaron con los suyos.

Sentía perfectamente como mi centro se mojaba por el, pero para este momento ya no sabía si era sangre o mis fluidos.

No sabía exactamente que iba a hacer y mentiría si digo que no tengo miedo; lo tengo, joder...pero también tengo curiosidad.

— recuéstate — ordenó con voz ronca.

Hice lo que me pidió y me acosté en la cama sin apartar mi mirada de la suya.

Aunque sentía mis muslos embarrados de sangre y sabía que iba a manchar las sábanas muy blancas de la cama.

Se acercó a mi y volvió a recorrer mi cuerpo desnudo con paciencia, la cuál yo no tenía.

— manos — pidió y vacilé un rato antes de alzar mis dos manos hasta su cara.

Rápidamente me puso las esposas.

Jadeé cuando sentí el material frío en mis muñecas y caí en cuenta de que había encerrado mis dos muñecas en un solo lado.

— Q-que — me callé abruptamente cuando cerró la otra esposa en el cabecero y me ofreció una sonrisa de dientes completos.

La posición de mis brazos era incómoda, pero nada que ya no haya sentido de manera diferente.

Cael se subió encima mío, pero no apoyó su peso en mi cuerpo, apenas nuestros pechos se tocaban para ser exactos.

— Voy a probarte y luego tú vas elegir donde quieres que te folle — me tensé al oír sus palabras ¿M-me iba a hacer un oral enferma del mes? Mi cara tenía que ser de horror ya que el se rió bajito — Si, te voy a chupar el coño con sangre — se encogió de hombros — y luego te voy a follar o el coño o el culo, tú eliges preciosa.

Joder, madre Santísima...este hombre me va a dejar muerta.

Empezó a juguetear con mi pezón erecto haciéndome gemir.

—¿Y bien? ¿Cuál eliges? — insistió apretando con fuerza mi pezón.

Ahogué un grito de placer y traté de respirar para hablar.

Sabía que me iba a doler si dejaba que me follara el coño enferma, pero también me iba a doler horrores si dejaba que me follara allí atrás con tremendo tamaño.

Suspiré pesadamente — el coño, follame sólo ahí — dije o supliqué, no lo sé.

Siguió jugando con mis tetas, pero su mirada estaba fija en mi.

— como quieras, pero que sepas que algún día te voy a follar por atrás —afirmó con los ojos encendidos.

Un placer inmenso me recorrió de pies a cabeza cuando se incorporó rápidamente y se arrodilló entre mis muslos hundiendo su lengua en mi centro.

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