PASION PROHIBIDA

capitulo 18: celos, parte 2

Adara

Mis ojos voltean a ver a Ander quien tiene la mandíbula tensa y los puños apretados.

Mi mente procesa sus palabras y frunzo el ceño ¿y este quien se cree?

— lo siento señor... no sabía que ella era suya... — dice el rubio apenado.

— Ahora ya lo sabes — le espeta Ander bruscamente.

— disculpalo tú a el, no sabe lo que dice, tiene la realidad alterada porque yo no soy de nadie, menos de el — replico y le doy una sonrisa desafiante a Ander antes de volver a ver al chico y darle una sonrisa de pena.

— Agatha.. — me advierte Ander con un tono de voz duro.

— Y si, si te puedo dar mi número — agrego ignorando a Ander.

— tú no vas a dar ni una mierda — escupe Ander cabreado y suelto un pequeño grito cuando veo que estoy en su hombro.

Me está cargando enfrente de todos como un costal de papas.

— ¡Bajame idiota! — grito por encima de la música — ¡Ayuda! ¡Me está secuestrando! — grito desesperada, pero la gente no se inmuta.

Un hombre hace el amago de acercarse, pero Ander le propina una mirada fulminante que lo deja en su sitio.

Pataleo, pero su agarre es fuerte.

Trato de morderlo, pero el parece darse cuenta y suelto un jadeo cuando me suelta una nalgada.

Me quedo quieta sin más.

Cruza unas cortinas rojas y a diferencia de las demás está se ve más grande y tiene una cama. Suelto un jadeo cuando veo en la pared juguetes sexuales colgados.

Me tira a la cama de golpe y me mira desde arriba.

Enojado es muy poco para definir ahora mismo su expresión.

— Me tienes cabreado, Lille — espeta en voz baja y veo como su mirada se oscurece.

— ¿Lo siento? — murmuro tratando de mediar con el.

El solo me mira y luego me sonríe de medio lado antes de acercarse a la pared.

Sigo todos sus movimientos y veo como agarra un látigo.

Literalmente yo he visto que se usa con caballos.

Ni de coña.

— No y no — digo asustada y me incorporo rápidamente.

— ¿te pregunté? — pregunta aún más cabreado.

Me callo de golpe, nunca lo había visto así y debo decir que me prende.

— acuestate boca abajo — ordena con voz grave.

La excitación de la escena hace que obedezca sin más y me recuesto boca abajo.

— Subete el vestido — da otra orden y un  escalofrío me recorre toda la espalda.

¡Joder, enserio me va a pegar!

— te conviene acatar lo que te digo — espeta y se que es una advertencia.

Me subo el vestido hasta la cintura dejando a la vista mi trasero y mis bragas rojas.

El suelta algo que no logro entender.

— No seré amable ni mucho menos cuidadoso contigo en el sexo, me gusta follar rudo y aunque seas Virgen me queda claro que tienes resistencia y no eres débil y aquí tienes mi primera regla: Hazme enojar y te azotaré las veces que yo quiera — advierte y aún noto el enojo en su voz.