capítulo 30: Caer o resistir

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                                  3/4

Nota: primero que nada: ¡Hola!, segundo: lo siento por la demora se suponía que era un maratón, pero vivo en un país donde cortan la luz a cada rato y ya estoy un poquito cansada de eso, tengo días muy ocupados y a eso agreguen la parte de que no hay luz la mayoría del rato. Tengo también obligaciones y es muy complicado subir capitulos, hago todo lo que puedo, espero me puedan entender.

Y para las personas que son observadoras verán algunos cambios en este capítulo empezando desde el nombre de nuestra protagonista ¿Por qué será? El próximo capítulo les va a encantar y a la vez estarán peleando contra amar a Edgar para no sufrir después, muchas ya saben que pasará con un spoiler que di en tiktok, pero eso solo era un poquito de todo el final...

En fin los dejo con el cap.

Artemisa

¿Y estos qué?

— ¿Como que princesa? — soy curiosa, pero ahora tengo ganas de matarlos por arruinar mi noche.

— ¿Usted es Adara Petrova, no es así? — me quedo boquiabierta apenas esas palabras salen de la boca del hombre más grande de los 4.

— Si, ya larguensen —Aunque tengo curiosidad lo único en lo que puedo pensar es que son de la organización de mi padre.

Ellos se apresuran a levantarse e irse después de volver a pedirme perdón.

Las personas que estaban en el piso se levantan aún con miedo y yo aprovecho a dirigirme a la cajera que me mira atónita.

— ¿Me puedes cobrar? — le pregunto con una sonrisa y ella asiente pérdida.

Le dejo las cosas en el mostrador y sonrió al acordarme de algo.

— Disculpa, ¿Tienes mascarillas para el rostro? — ella asiente erradamente y mi sonrisa se ensancha.

— Genial, dame 2.

[...]

— ¿Por qué tardaste tanto? — la pregunta de Ander apenas entro al carro me hace bufar.

— Cuatro hombres me estaban coqueteando — me encogí de hombros — eran interesantes.

Su mirada que estaba al frente voló hacía mi.

— repite eso — tenía la mandíbula apretada y los nudillos blancos en el volante.

— no quiero, conduce rápido — le regalo una sonrisa — tengo hambre.

— un día de estos te voy a matar por joderme.

— estoy impaciente.

— insolente.

— viejo...oye espera...¿Cuantos años tienes?

— esto es increíble — mientras conducía se pasó una mano por su cabello estresado. Solito se estresa.

— ¿Cuantos tienes? — vuelvo a preguntar.

— 27.

— ¿Me llevas 9 años? Wauu, genial.

Me miró de una manera extraña.

— ¿Que? — pregunté extrañada.

— Estás...rara, no lo sé...¿muy alegre, quizás? — me dió una última mirada para después enfocar su visión en la carretera.

— ohh, cuando me enfermo del mes suelo ser muy dramática, berrinchuda, peleona y esas cosas mi..— me detuve abruptamente antes de que aquellas palabras salieran de mi boca — el ministro me solía decir que era muy mimada en esos días.

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