capítulo 26: Pérdida

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Edgar Guidacci

— Señor, la bomba ya fue activada — asiento hacía mi hombre de confianza, Antonio — los hijos de Erick Petrov estaban en el avión al igual que el otro hijo del lider Ruso.

—Bien, vete —  me siento aturdido, nadie puede sobrevivir a esa explosión ni si quiera Artemisa.

Era lo mejor.

Antonio se va y me deja solo en mi despacho.

Observo el vaso de coñac que reposa en la mesa frente a mi y me pierdo en la nada.

Debería sentirme bien, ella tenía que morir. Joder, nunca me había jodido una muerte, ni si quiera la maté directamente.

Me vuelvo a repetir que era lo mejor, mi padre le hubiera dado caza si se enteraba.

[...]

Dejar mi país por Emily es lo más bajo que he hecho.

Pero yo necesito información sino quiero estar en desventaja.

Entro en el sótano en el cuál cité a Emily después de decirle que no iría a su departamento y que sería bajo mis terminos.

El sótano es más como un garaje que uso para mercancía que necesito dejar en Estados Unidos y esta es mi mayor fuente.

Los guardias de la entrada bajan la mirada cuando cruzo por las puertas de metal, el olor de la nicotina es lo primero que percibo y no me cuesta deducir de quien se trata.

— Emily Rinaldi — es lo primero que digo al detenerme frente a ella y me quedo pasmado por unos segundos por su apariencia.

La Isabel que conocía era "rubia" con unos simples ojos cafés. La mujer delante de mí es todo lo contrario.

Su cabello rojo fuego gritando a leguas que es una Rinaldi, sus ojos verdes son de un color oscuro y profundo.

— ¿Sorprendido? — su sonrisa juguetona y su coquetería no me afectan en lo absoluto.

Apaga el cigarrillo al ver que no digo nada.

— Admito que si, pero ya ví a tú querida sobrina sin peluca y lentes de contacto, nada me sorprende — una punzada en el pecho me recorre al nombrarla.

— Mi irreal y débil sobrina — su tono de voz no guarda ningún tipo de miedo, solo burla — Es muy hermosa, admito que me daba envidia ciertas veces.

— ¿Como llegó hasta a ti? — pregunto sin rodeos y ella esboza una sonrisa perezosa y se apoya en la pared del pequeño cuarto quedando frente a frente.

— Tengo una hermana gemela — su revelación me deja sorprendido, pero no lo demuestro — No se muy bien la historia en realidad, solo se qué mi gemela odiaba tanto a Emma Rinaldi y la vendió a tú padre.

Abro la boca para preguntar algo, pero ella se me adelanta.

— mi madre era una prostituta, un día Jayden Rinaldi se acostó con ella y de ese encuentro salí yo y mi gemela, mi madre se quedó con mi gemela por qué para ella era más hermosa y le servía para el trabajo y a mí me dejó a mí suerte debajo de un puente apenas nací con mis documentos de nacimiento — el odio en su mirada era palpable.

— ¿Como se llama tu gemela? — pregunté de primera sin saber en realidad como empezar a interrogarla.

— Emily, igual que yo. Mi gemela terminó en la puerta de Jayden por lo poco que me contó cuando nos vimos la última vez hace 18 años, Emma Rinaldi la torturó de niña de la manera más vil posible y le propuso a Jayden venderla con los Benavides a cambio de rutas que ellos no necesitaban.

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