Capitulo 🧣12

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Mile percibía el delicioso perfume de Nattawin y el más mínimo movimiento haría que casi se tocaran.

-Creo que mencionó algo de champán -continuó él con voz ronca. Debería marcharse de allí cuanto antes.

-Te sigo.

-¿No estabas demasiado ocupada? -mile era incapaz de apartar la mirada de sus ojos.

-¿Para un spa? Nunca -susurró Nattawin.

-Sígueme -mile estaba a punto de perder la compostura.

Tras presentarle a Elisabeth, se dispuso a marcharse.

-¿Adónde vas? -lo llamó Nattawin.

-Vuelvo al trabajo -como siempre.

Elisabeth se retiró para instruir a las esteticistas mientras Nattawin le daba un pequeño empujón.

-No tan deprisa, PhakPhum. Tenemos mucho de qué hablar.

-¿Sugieres que yo también actúe como conejo de indias? El spa no está incluido en mi agenda -ni lo estaba volver a escucharlo recriminarle sus acciones pasadas.

-En la mía tampoco. Pero aquí estoy, haciéndote otro favor. Lo menos que puedes hacer es escuchar lo que tengo que decir sobre servicios nupciales. Mary se equivoca.

-De acuerdo -eso podría considerarse trabajo-, me quedo, Pero no pienso hacerme la manicura, Seré el tipo discreto sentado en un rincón.

-¡Ja Ja! Tú eres tan discreto como un elefante en una corsetería.

-Ya están preparadas -anunció Elisabeth.
La mujer los instaló en sendos sillones antes de que aparecieran tres mujeres cargadas con diversos instrumentos de tortura. De inmediato rodearon a Nattawin y, sin dejar de parlotear, empezaron a hacerle toda clase de cosas masajes y luego pedicure mientras a Mile lo ignoraban por completo.

Tampoco le importó, pues le permitió deleitarse con la visión de los pies desnudos de Nattawin sumergidos en agua antes de ser masajeados. La escena le resultaba de lo más erótica.

 La escena le resultaba de lo más erótica

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-Elisabeth -llamó a su empleada-. Dile a tu chica que tenga cuidado con el tobillo izquierdo de Natt, se lo torció esta mañana.

-Sí, señor -Elisabeth transmitió el mensaje mientras Nattawin fruncía el ceño y Mile le sacaba la lengua.

-Habías dicho que querías hablar.
-Eso fue antes de que mis huesos empezaran a derretirse de gusto -Nattawin cerró los ojos-, pero como sé que estás muy ocupado, escucha atentamente.

Durante la siguiente media hora, mile sufrió el tormento de la lujuria mientras escuchaba a Nattawin enumerarle los fallos detectados en un plan que Elena, y él mismo, habían aprobado hacía tiempo. Por último se lanzó a una detallada explicación sobre flores, luna de miel y
mariposas.

Nattawin había dado en el clavo y mile iba a tener que
reconsiderarlo todo. Pero eso sería al día siguiente.
Las chicas al fin terminaron con Nattawin y lo ayudaron a ponerse en pie. El joven se tambaleó y Mile se apresuró a sujetarlo por la cintura.

Nattawin se acurrucó, los cuerpos reconociéndose, perfectamente encajados. Tres años no habían conseguido borrar la curva de esa cintura de la mente de mile.
Al salir del spa, comprendió de repente lo tarde que era. El cielo estaba pintado de espectaculares tonos de naranja, rosa y amarillo. Y el agua se había oscurecido.

-Justo a tiempo, PhakPhum. Cualquier otra chica pensaría que lo tenías todo planeado.

-Por mucho que me halague tu comentario -él rio-, ni siquiera yo puedo controlar la naturaleza.

-El spa estuvo bien -Nattawin se soltó del abrazo-. --Gracias.

-Me gustaría hacer más.

-No me cabe duda -Nattawin lo miró divertido-. ¿Es ahora cuando mencionas lo tarde que es y sugieres que tomemos algo?

-Alguna vez tendrás que comer.

-Contigo no -Nattawin empezó a alejarse cojeando, pero él lo agarró y lo empujó contra el edificio.

-¿Vas a alguna parte, Natt? -preguntó Mile, la manos
apoyadas contra la fachada a ambos lados del bonito rostro.

-Tengo una cita -Nattawin se humedeció los labios-. Y no es contigo.

-Cancélala

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-Cancélala.

-No quiero hacerlo.

«Quédate. Quiero estar contigo. Conocerte realmente».

-¿Estás segura? -mile se inclinó hacia el-. Sabes que es
cuestión de tiempo que mis manos se posen sobre ti - deslizó un dedo por su garganta hasta el inicio del escote
De la camisa..

A la menor señal de aceptación por parte de Nattawin, se lanzaría de cabeza. Entre ellos se desprendía un intenso calor que él conocía bien. Se acercó un poco más.

-Date una ducha fría -le aconsejó Nattawin-. Tengo la impresión de que la necesitas.

-Pues dúchate conmigo -sin duda el tenía que haberse dado cuenta de la erección.

«Ahora mismo no quiero estar solo».

-¿Y no anularía eso el propósito de la ducha fría? -Nattawin parpadeó-. Vayamos al grano. No me interesa. Y no entiendo cómo se te ha ocurrido que accedería.

Mile presionó el suave abdomen de Nattawin con su erección y vio cómo el entreabría los labios.

-Estoy leyendo entre líneas.

-Mile -nattawin lo miró fijamente, privando a sus pulmones de oxígeno-. ¿Tienes idea de lo que hay entre dos líneas? Nada.

Y sin decir nada más, se agachó para escabullirse, sin siquiera cojear.

Y sin decir nada más, se agachó para escabullirse, sin siquiera cojear

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Tres años Después Donde viven las historias. Descúbrelo ahora