𝚇𝚇𝚇𝙸. 𝙿𝚕á𝚝𝚒𝚌𝚊𝚜 𝚗𝚘𝚌𝚝𝚞𝚛𝚗𝚊𝚜

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𝟕:𝟎𝟑𝐩𝐦

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𝟕:𝟎𝟑𝐩𝐦.
𝐕𝐢𝐞𝐫𝐧𝐞𝐬, 𝐥𝐥𝐮𝐯𝐢𝐚𝐬 𝐭𝐨𝐫𝐫𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐥𝐞𝐬.
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     Desde que Damian y Kath estaban viviendo juntos... Las cosas para la morena eran mucho más brillantes. Solían jugar juntos un videojuego al azar, e irse a dormir, en horas prudentes. Kath comenzó a comer mejor sus 3 tiempos sin saltarse ninguno. Tomaba agua regularmente, permanecía más al tanto de sus necesidades, dándose descansos, delegando responsabilidades en lugar de querer hacer todo sola... Llegaba a casa luego de trabajar, y ahí estaba Damian, con la cena servida.

     Ambos habían creado un vínculo más profundo. Hablaban de todo un poco, y a veces solo se tiraban en la alfombra a tomar algo de vino, y agua de Jamaica para Kath. Bailaban en ocasiones, salían con Pepinillo, o se aburrían y se iban todos juntos en pequeños viajes por carretera. Damian tomó confianza y pasaba casi todo el día sin camiseta para no rozar sus heridas. Kath ya no se desvivía tanto con su maquillaje y su cabello, aunque, bueno, ahora su melena estaba bastante corta.

     Y a pesar de que se amaban locamente, eran prudentes y muy pacientes el uno con el otro; se estaban dando el tiempo de conocerse mejor, respetaban sus espacios, y aunque dormían juntos todas las noches, no estaban listos para cruzar la barrera de pequeños besos. Controlaban sus impulsos, y eso hacía que aquella relación que estaban construyendo fuese más cercana aún.

     Kath regresó a sus labores regulares en el trabajo una semana después de recibir a Damian en su hogar. Había pasado un mes ya desde entonces; las quemaduras de Damian habían sanado de maravilla; ahora solo restaba que la piel muerta se desprendiera naturalmente.

     Ese proceso era tedioso, en especial por la comezón que le generaba a Damian en su piel. Ese día, justamente, hacía un clima de locos afuera, y Damian pasó por Kath en su auto. Aunque ella le había regañado por hacerlo, la morena se preocupaba mucho por él, y no quería que se exponga hasta estar completamente recuperado. En el proceso de recoger a Kath en su trabajo, Damian se había mojado un poco el torso, y el roce de su ropa, hizo más grande el malestar de su piel en sanación.

     Al entrar en el departamento, se sacó la camisa sin siquiera cerrar la puerta y la tiró en dónde la suerte quisiera. Comenzó a soplar las quemaduras como loco, desesperado.

—Esto pica demasiado... —dijo intentando parecer tranquilo. Kath corrió en busca del medicamento que Damian utiliza en sus heridas, lo guió hasta uno de sus sofás, limpió bien sus manos con alcohol y aplicó la medicina sin perder tiempo. La piel muerta comenzaba a desentenderse de la piel de Damian...

     Él tenía mucha vergüenza por ello.

     Tenía el brazo de ese distintivo color ennegrecido; algunas zonas dejaban ver su carne cicatrizada, zonas blancas, zonas rosas, Damian no quería ni ver, mucho menos que Kath viera eso.

Tu Última Ex.Cusa [Libro 1: Ignition] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora