III

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El Consejo Privado del Rey se reunió en la gran sala del trono en la Fortaleza Roja. Las paredes estaban adornadas con tapices que representaban las hazañas de los Targaryen, y el ambiente estaba cargado de una sensación de urgencia. El rey Viserys I Targaryen presidía la reunión, con sus consejeros más cercanos sentados a su alrededor. Entre ellos estaban Lord Corlys Velaryon, Otto Hightower, y otros nobles de renombre.

Lord Corlys, conocido como la Serpiente de Mar, se puso de pie y miró al rey con una expresión grave. "Majestad, los Peldaños de Piedra siguen siendo un problema creciente. Los piratas y mercenarios están causando estragos en nuestras rutas comerciales. Debemos tomar medidas inmediatas antes de que la situación se salga de control."

Viserys asintió, consciente de la gravedad de la situación. "Entiendo tu preocupación, Lord Corlys. Pero necesitamos una solución que no desestabilice otras áreas de nuestro reino."

Antes de que Viserys pudiera continuar, Rhaegar, quien había sido invitado a la reunión como parte de su formación, se levantó de su asiento. Con los ojos brillando de determinación, dijo: "Padre, tenemos jinetes de dragón. Podríamos enviar a nuestros dragones para acabar con esos piratas. Yo mismo podría liderar el ataque."

La propuesta de Rhaegar llenó la sala de murmullos. Algunos consejeros miraron al joven príncipe con sorpresa, mientras que otros parecían considerar la idea seriamente. Sin embargo, Otto Hightower, la Mano del Rey, se adelantó y miró a Rhaegar con una expresión medida.

"Rhaegar," dijo Otto con voz calmada pero firme, "tus talentos son valiosos, pero deben ser utilizados de manera adecuada. Eres joven y tienes mucho por aprender. Además, Morgana ya está bajo tu protección como tu escudera. Sin embargo, tal vez sea prudente considerar otro escudero para asistirte en tus deberes diarios. Este sería un paso importante en tu desarrollo como futuro líder."

Viserys, quien había escuchado tanto a su hijo como a su Mano, tomó una decisión. "Otto tiene razón, Rhaegar. Hay muchas maneras en las que puedes servir a nuestro reino, y en este momento, necesitamos que sigas aprendiendo y preparándote. Encontrar a un nuevo escudero que te asista será un buen comienzo. Lord Corlys, continuaremos discutiendo otras estrategias para los Peldaños de Piedra."

Rhaegar, sintiendo una mezcla de frustración y resignación, asintió con la cabeza y volvió a su asiento. Aunque su espíritu guerrero quería salir a la batalla, entendía que su padre y Otto tenían razón en la necesidad de su preparación y crecimiento.

Después de la reunión del consejo, Rhaegar se dirigió al patio de armas, donde se encontraba su escudera Morgana. Ella era una joven de gran habilidad y lealtad, siempre dispuesta a ayudar al príncipe en sus entrenamientos y tareas diarias.

"Morgana," dijo Rhaegar mientras afilaba su espada, "parece que tendré que buscar otro escudero para que te ayude. Mi padre y Otto creen que será beneficioso para mí."

Morgana sonrió y asintió. "Estoy segura de que encontrarás a alguien adecuado, mi príncipe. Y quienquiera que sea, será un honor para él servir a tu lado."

Con una nueva tarea en mente, Rhaegar se dispuso a buscar a su nuevo escudero, sabiendo que cada paso que daba lo acercaba más a ser el líder que su familia y su reino esperaban que fuera. La determinación en su corazón seguía ardiendo, y aunque no podría liderar el ataque a los Peldaños de Piedra en ese momento, estaba seguro de que su momento llegaría.

El sol de la mañana iluminaba la Fortaleza Roja mientras Rhaegar Targaryen se dirigía al gran salón donde Otto Hightower, la Mano del Rey, había organizado una reunión con varios caballeros. La tarea de encontrar un nuevo escudero era importante, y Rhaegar se tomó el tiempo para considerar a cada candidato con seriedad.

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