XV

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Rhaegar miraba a la distancia esperando que las noticias no fueran reales, buscando un indicio que de Rhaenys y su dragona, pero no, este indicio nunca llegó y el cielo empezó a oscurecerse rápidamente sin la llegada de la única aliada confiable que tenía Rhaegar.

Rhaegar estaba sentado en la sala del consejo, con los codos sobre la mesa y las manos entrelazadas bajo el mentón. Los mapas de Westeros se extendían ante él, marcados con símbolos que representaban las posiciones de sus fuerzas y las del enemigo. El ambiente era tenso, cargado de ansiedad y expectativa.

Ser Alfred se levantó y, con una expresión de gravedad, quitó una ficha negra del mapa que representaba Rook's Rest. "Nuestro más grande dragón ha muerto," anunció, rompiendo el silencio que reinaba en la sala.

Rhaegar levantó la vista del mapa para mirar a Alfred. Los demás miembros del consejo bajaron la cabeza, compartiendo la carga de la mala noticia.

"Criston Cole marcha sin oposición por las Tierras de la Corona," continuó Alfred. "Duskendale y Rook's Rest cayeron. Aún no tenemos un ejército terrestre, solo el que esperamos que consiga Daemon. Él, que nos abandonó después de una disputa marital."

Rhaegar apretó los labios y luego habló con voz firme: "¿Tiene algún problema conmigo, Ser Alfred? Le recuerdo que tenemos dos ejércitos en tierra. Los hombres de la Casa Martell viajan hasta Dragonstone, estarán aquí en días, tal vez mañana o pasado mañana. El general Ser Arol Jarel mandó un cuervo hacia mí, informando que el ejército planea llegar lo más rápido posible. Y están los hombres que Cregan Stark mandó, quienes vienen en camino. Tardarán más en llegar, pero estarán aquí."

Ser Alfred inclinó ligeramente la cabeza en un gesto de sumisión. "Mi lealtad a usted está comprobada, mi rey."

Rhaegar lo miró fijamente y respondió con voz dura: "Su lealtad, tal vez. ¿Y su voluntad de mostrar deferencia en tiempo de guerra?"

"Nunca dudaría de su capacidad o de su agudeza mental," replicó Alfred, visiblemente incómodo. "Es solamente que el genotipo débil, hasta ahora, no ha estado familiarizado con las estrategias de batalla ni con su ejecución."

"Ha habido paz en nuestra vida," respondió Rhaegar, levantándose de su silla. "Usted no ha visto más batallas que yo. Estuve en la guerra de los Peldaños de Piedra. Usted, en cambio, ha estado peleando pequeñas batallas y ganando torneos. Ser un hombre no lo hace mejor que yo, que soy un doncel, Ser Alfred."

Alfred pareció reconsiderar sus palabras mientras Rhaegar volvía a sentarse, sus ojos recorriendo a los miembros del consejo, quienes tomaron asiento uno por uno.

"Envíenlos a Maidenpool y a Punta Zarpa Rota," ordenó Rhaegar. "Que apoyen los cuarteles. Denles suministros y armas si las requieren. Si Cole continúa con su campaña, los aliados deben prepararse."

Un general lo interrumpió: "Debemos contestar por Rook's Rest y por Duskendale."

Lord Bartimos intervino: "Ya están perdidos, pero Vhagar debe estar exhausta después de la batalla."

"Si Aegon está muerto," añadió otro de los hombres antes de ser interrumpido nuevamente.

"Pronto sabremos," dijo un lord.

"Sería una victoria solo en nombre. Pronto pondrán a alguien en su lugar," afirmó otro.

Rhaegar observaba la discusión con una mezcla de frustración y determinación.

"Ahora es el momento," dijo Lord Bartimos. "Si atacamos King's Landing antes de que su dragón se recupere..."

"Entonces soy yo quien debo hacerlo," interrumpió Rhaegar.

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