Dragón Blood

XII

La mañana siguiente, la luz del sol se filtró por las cortinas de la cámara matrimonial, bañando la habitación en un resplandor dorado. Rhaegar abrió los ojos lentamente, sintiendo una ola de dolor recorrer su cuerpo. Cada movimiento le recordaba la intensa noche que había vivido, con Daemon y Rhaenyra llevándolo a límites que nunca había imaginado.

Se incorporó con dificultad, notando las marcas que adornaban su piel. Su cuello estaba cubierto de mordiscos y chupetones, los pezones y el pecho mostraban rastros de mordeduras y pellizcos. Su vientre, caderas, nalgas y muslos estaban llenos de moretones y marcas rojas, evidencia del fervor con el que había sido amado.

Daemon y Rhaenyra, aún en la cama a su lado, lo observaban con una mezcla de satisfacción y ternura. Daemon fue el primero en hablar, su voz ronca y cargada de promesas. "¿Cómo te sientes, Rhaegar? ¿Aún puedes moverte después de anoche?"

Rhaegar sonrió débilmente, sus labios todavía hinchados por los besos apasionados. "Estoy... adolorido, pero bien. Nunca imaginé que sería tan intenso."

Rhaenyra se inclinó hacia adelante, acariciando suavemente el pecho de Rhaegar, sus dedos trazando las marcas con una delicadeza que contrastaba con la intensidad de la noche anterior. "Esto solo es el comienzo, querido hermano," murmuró, su voz un susurro lleno de promesas. "Anoche fue solo una muestra de lo que vendrá."

Daemon asintió, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y determinación. "Esta noche será aún más intensa. Quiero que te prepares, Rhaegar. Nos aseguraremos de que sientas cada momento, cada embestida, cada caricia."

Rhaegar tragó saliva, su corazón acelerándose ante la perspectiva de lo que le aguardaba. "¿Más intenso?" preguntó, su voz temblando ligeramente. "¿Cómo puedo prepararme para eso?"

Daemon sonrió, inclinándose para besar a Rhaegar en los labios, un beso profundo y posesivo. "Descansa durante el día. Come bien, relájate. Esta noche quiero que estés en tu mejor forma, porque vamos a llevarte al límite una vez más."

Rhaenyra, con una mirada cómplice, se acurrucó más cerca de Rhaegar. "Y recuerda, estamos contigo en cada paso del camino. No estás solo en esto."

Rhaegar asintió, sintiendo una mezcla de nerviosismo y anticipación. A pesar del dolor y las marcas que cubrían su cuerpo, no podía negar la emoción que lo invadía ante la idea de otra noche de pasión desmedida. "Haré lo que pueda para estar listo," dijo, su voz firme aunque cargada de expectación.

Daemon y Rhaenyra sonrieron, satisfechos con su respuesta. "Esa es la actitud," dijo Daemon, acariciando la mejilla de Rhaegar con ternura. "Te prometo que valdrá la pena."

Con esas palabras, los tres se acomodaron de nuevo en la cama, disfrutando de la calidez y la intimidad de la mañana. Rhaegar sabía que la noche que se avecinaba sería otra prueba de su resistencia y devoción, pero estaba dispuesto a enfrentarlo, sabiendo que el amor y la pasión que compartía con Daemon y Rhaenyra lo sostendrían a través de cada momento, por más intenso que fuera.

Mientras el sol se alzaba más en el cielo, iluminando la habitación con su luz cálida, Rhaegar se dio cuenta de que aún no había terminado de explorar los límites de su deseo. Con una sonrisa pícara, se deslizó de vuelta a la cama, colocándose encima de Daemon. Con sus piernas a ambos lados de las caderas del príncipe, se inclinó y le dio un beso profundo, dejando que sus lenguas se entrelazaran con una pasión renovada.

Daemon respondió con igual fervor, sus manos encontrando su camino hacia las caderas de Rhaegar, apretándolas con fuerza. Rhaegar se separó brevemente, sus ojos brillando con travesura, y luego se giró para besar a Rhaenyra. Sus labios encontraron los de su hermana, suaves y dulces, mientras sus manos recorrían el cuerpo de ella, disfrutando de la conexión que compartían.