II

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Los años habían pasado en un abrir y cerrar de ojos en el vasto y tumultuoso reino de Westeros. Los mellizos Targaryen, Rhaegar y Rhaenyra, habían dejado atrás la infancia y ahora eran jóvenes, cada uno destacando en sus propios méritos y habilidades. Sus dragones, criaturas majestuosas y aterradoras, se habían convertido en una extensión de ellos mismos, y era un espectáculo asombroso verlos surcar los cielos.

Rhaegar montaba a Valkyria, una dragona impresionante de escamas negras. Su magnificencia no terminaba ahí; cuando el sol tocaba sus alas, un destello arcoíris se reflejaba, como si el mismo arco iris se hubiera posado en sus alas. La conexión entre Rhaegar y Valkyria era palpable, una sinfonía de confianza y poder. A su lado, Rhaenyra volaba con elegancia sobre su dragona Syrax, cuya majestuosidad rivalizaba con la de Valkyria.

Desde el suelo, sus respectivas damas de compañía observaban con atención. Alicent, la dama de compañía de Rhaenyra, miraba hacia el cielo con una mezcla de admiración y preocupación. Morgana Stark, la acompañante de Rhaegar, mantenía una postura más firme y segura, aunque sus ojos no dejaban de seguir a Valkyria. El cielo azul se llenó del rugido de los dragones mientras descendían. Rhaegar y Rhaenyra dirigieron a sus dragones hacia un claro donde las damas esperaban. Los dragones aterrizaron con una gracia que parecía imposible para seres tan colosales, levantando apenas una nube de polvo.

Rhaegar desmontó de Valkyria con un movimiento ágil y se dirigió hacia Morgana, quien le esperaba con una sonrisa serena.

"Ha sido un vuelo magnífico, mi príncipe", dijo Morgana, haciendo una leve reverencia.

"Siempre lo es con Valkyria", respondió Rhaegar, acariciando el flanco de su dragona. Sus ojos se dirigieron fugazmente hacia Alicent, quien esperaba a que Rhaenyra desmonte de su dragona. "Veo que tu habilidad de observación sigue siendo tan aguda como siempre, Morgana".

Morgana le dedicó una mirada traviesa.

"Y veo que tu opinión sobre Alicent sigue siendo la misma".

"No tengo nada contra ella, solo que... Rhaenyra podría escoger mejor sus amistades".

Morgana asintió, comprendiendo que había más en esa declaración de lo que Rhaegar dejaba ver. Mientras tanto, Rhaenyra, habiendo desmontado con la ayuda de Alicent, se acercaba.

"Hermano", saludó Rhaenyra con una sonrisa radiante. "El vuelo fue espectacular, como siempre. Espero que disfrutes el resto del día".

"Igualmente, hermana", respondió Rhaegar, devolviendo la sonrisa con sinceridad.

Alicent se acercó a Rhaenyra, tomando su lugar junto a ella.

"Mi señora, el carruaje está listo", anunció con una voz melodiosa.

Rhaenyra asintió y se despidió de su hermano con un abrazo rápido. Luego, se dirigió al carruaje junto a Alicent, quienes intercambiaban susurros y risas a medida que se alejaban. Rhaegar observó el carruaje hasta que desapareció de su vista, luego montó su caballo con la misma gracia con la que había desmontado de Valkyria. Morgana le siguió, montando su propio corcel con habilidad.

"Parece que nuestro día será menos tumultuoso que el de tu hermana", comentó Morgana mientras comenzaban a cabalgar.

"Y más tranquilo, espero", replicó Rhaegar con una media sonrisa.

Cabalgaban a un ritmo cómodo, disfrutando del paisaje que se desplegaba ante ellos. La conversación fluyó naturalmente, tocando temas desde la política del reino hasta historias de su infancia.

"Siempre me ha fascinado cómo, a pesar de ser mellizos, tú y Rhaenyra son tan diferentes", dijo Morgana en un momento dado, rompiendo un silencio contemplativo.

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