El día había llegado, el día en que el fuego y la sangre Targaryen consumirían a Dragonstone, ese símbolo de poder que había visto tantas guerras y traiciones. En el cielo, las sombras de cuatro dragones se movían como augurios de muerte, sus alas cortando el aire con furia contenida. Rhaegar lideraba la formación en Valkyria, la poderosa dragona negra que había sido su compañera desde que tenía memoria. A su lado, volaba Cannibal, la segunda montura de Rhaegar, una criatura oscura y temible cuya leyenda era tan antigua como la mismísima Roca Dragón. Detrás, Caraxes, la bestia serpentina de Daemon, se movía con una gracia que desmentía su naturaleza violenta. Cerrando la formación, Vermithor, el dragón bronceado de Aerys, batía sus alas con la fuerza de un trueno, su mirada feroz fija en la fortaleza que se aproximaba rápidamente.
La vista de Dragonstone en el horizonte era imponente, pero para Rhaegar, ese lugar ya no tenía el mismo significado que antes. La usurpación de Aegon, la traición que había costado la vida de Morgana y la captura de Rhaenyra, había convertido la fortaleza en un símbolo de todo lo que él despreciaba. Hoy, eso cambiaría. Hoy, Dragonstone volvería a pertenecer a los verdaderos Targaryen.
"Daemon," dijo Rhaegar, su voz resonando en el aire a través del vínculo que compartían como hermanos de sangre y fuego. "Lidera el ataque. Destruye las defensas. Aerys, busca a Rhaenyra. Yo iré por Aegon."
Daemon no respondió con palabras. Caraxes rugió en señal de acuerdo, y con un movimiento rápido, el dragón se lanzó hacia las murallas de Dragonstone, con fuego en su garganta y muerte en sus ojos. Aerys asintió brevemente, dirigiendo a Vermithor hacia la izquierda, donde las defensas eran más débiles. Rhaegar permaneció unos segundos en el aire, observando la escena que se desarrollaba debajo de él, asegurándose de que cada movimiento fuera ejecutado a la perfección.
Los primeros gritos de los soldados resonaron en las murallas, apenas audibles sobre el rugido de los dragones. Caraxes llegó como una tormenta roja, su fuego arrasando con las torres donde los escorpiones estaban preparados para defender la fortaleza. Las ballestas gigantes, diseñadas para atravesar la dura piel de un dragón, se convirtieron en poco más que escombros humeantes bajo la furia de Caraxes. Daemon, montado sobre la espalda de su dragón, blandía Hermana Oscura, su legendaria espada, y los pocos soldados que intentaron resistir fueron cortados con una velocidad y precisión aterradoras.
Mientras tanto, Aerys y Vermithor atacaban la muralla opuesta, destrozando puertas y quemando cualquier resistencia que se les opusiera. El rugido de Vermithor resonaba como un trueno, y sus llamas doradas iluminaban la oscura fortaleza con un resplandor apocalíptico. Aerys no perdía tiempo con los soldados; su objetivo era encontrar a Rhaenyra y liberarla antes de que algo peor pudiera suceder. Sabía que cada segundo contaba.
Rhaegar dirigió a Valkyria hacia el centro de la fortaleza, donde los soldados se reunían en un intento desesperado de proteger a su rey usurpador. A medida que descendía, pudo ver el caos que se desataba a su alrededor. Los soldados corrían en todas direcciones, algunos tratando de huir, otros intentando organizar una defensa inútil contra el poder de los dragones. Pero sus esfuerzos eran en vano. Rhaegar, con su dragona, era una fuerza imparable.
Al aterrizar en el patio central, Rhaegar no perdió tiempo. Desmontó de Valkyria, su espada en mano, y comenzó a avanzar hacia la entrada principal del castillo. Cannibal aterrizó junto a ellos, su presencia oscura y amenazante llenando el aire con una tensión palpable. Fue entonces cuando Rhaegar lo vio: en el centro del patio, entre los escombros y los cuerpos, Cannibal se estaba deleitando con un banquete grotesco. Entre sus poderosas mandíbulas, Rhaegar reconoció la figura de Sunfyre, el dragón dorado de Aegon. O lo que quedaba de él.
Sunfyre, que alguna vez había sido un símbolo de la realeza de Aegon, estaba ahora reducido a un montón de carne quemada y huesos rotos. Las heridas infligidas por Meleys, la Reina Roja, habían sido demasiado graves, y ahora, la bestia dorada yacía inerte, víctima de la brutalidad de Cannibal. Rhaegar observó la escena con una mezcla de satisfacción y frialdad. Así como Sunfyre había caído, Aegon también caería.
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Dragón Blood
Fiksi Penggemar"What happens in Dragonstone stays in Dragonstone" "Where Rhaegar desires the twin Rhaenyra but also desires her uncle Daemon and her husband's father, Corlys." Daemon Targaryen x Male Oc Rhaenyra Targaryen x Male Oc Corlys Velaryon x Male oc