Dragón Blood

XV

La noche había caído sobre Dragonstone, y el aire estaba cargado de expectación. El gran salón de la fortaleza, un lugar de sombras y ecos, estaba preparado para recibir al recién coronado rey. Las antorchas parpadeaban, proyectando sombras ondulantes en las paredes de piedra negra, mientras los estandartes de los Targaryen ondeaban suavemente. El rugido lejano del mar era un constante recordatorio de la naturaleza aislada y formidable de su refugio.

Rhaegar entró en el salón acompañado de Daemon, su esposo. Daemon, con su cabello plateado y su mirada feroz, caminaba a su lado, irradiando una mezcla de determinación y furia contenida. "El rey Rhaegar, primero con el nombre, rey de los Ándalos y los Rhoynar y los Primeros Hombres, señor de los Siete Reinos y protector de la tierra," anunció Daemon con una voz que resonó por todo el salón, silenciando las conversaciones y atrayendo todas las miradas hacia ellos.

En el salón ya se encontraban Rhaenyra, la otra esposa de Rhaegar, junto con Rhaenys, sus hijos, aliados y los generales del ejército. Los rostros de los presentes reflejaban una mezcla de respeto, preocupación y esperanza. Rhaegar avanzó con paso firme, seguido por su Guardia Real. Sin embargo, en un gesto significativo, levantó una mano para detenerlos, indicando que deseaba caminar solo hacia su trono. Los guardias se detuvieron de inmediato, respetando su deseo.

Rhaena, la hija de Daemon, se adelantó con una copa de vino en la mano. "Vino, mi rey," ofreció, su voz temblorosa pero llena de respeto. Rhaegar miró la copa por un momento, su expresión era una mezcla de cansancio y duda. Finalmente, tomó la copa con un gesto solemne, asintiendo levemente a Rhaena y a Lyanna, la hija de Rhaenyra, para que lo siguieran mientras avanzaba hacia su asiento en la mesa del consejo.

Rhaegar se sentó y levantó la vista para observar a los reunidos. ", ¿ Cual es nuestra situación?" preguntó, su voz resonante pero cargada de una sutil tensión.

Daemon fue el primero en responder. Su voz, aunque firme, reflejaba la preocupación que sentía. "Tenemos a 30 caballeros, 100 arqueros y 300 hombres armados. Defender Dragonstone es fácil, pero como instrumento de conquista deja mucho que desear," dijo, haciendo una pausa para evaluar la reacción de Rhaegar antes de continuar. "He notificado a nuestros hombres en la Guardia Real. Habrá algo de apoyo allí, pero por ahora no puedo dar números exactos."

Uno de los maestres se adelantó, con pergaminos en la mano. "Ya tenemos declaraciones de Celtigar y Staunton, Massey, Darklyn y Bar Emmon," informó, su voz serena en medio de la tensión del momento.

Jacaerys, el hijo de Rhaegar, tomó algunas figuras de dragón y las colocó en el mapa sobre la mesa, marcando las posiciones de las casas que el maestre había mencionado.

Rhaegar asintió, mostrando una ligera esperanza. "Mi madre era una Arryn. El Valle no le dará la espalda a su pariente," dijo con una certeza que buscaba infundir confianza en los presentes y un poco de nostalgia al recordar a su amada madre.

Jacaerys movió una figura de dragón hacia el Valle en el mapa. El maestre continuó, "Riverrun siempre fue amigo de su padre, majestad. Con el consentimiento del príncipe Daemon, ya he enviado cuervos a Lord Grover."

Mientras Jacaerys colocaba otra figura en el mapa, Rhaegar miró a Daemon, su expresión llena de preguntas, cuestionándolo con la mirada. Daemon respondió con seguridad y Rhaegar dijo. "Lord Grover es voluble y fácilmente podemos persuadirlo. Hay que convencerlo de nuestra fortaleza y que lo apoyaremos si se desatara la guerra," dijo con determinación.

Daemon le respondió a Rhaegar antes de que el pudiera decir algo. "Voy a tratar con él yo mismo," dijo, su voz firme y decidida.

Rhaegar lo observó intensamente, evaluando la situación. Uno de los generales intervino. "¿Qué hay de Storm's End y Winterfell?" preguntó, su voz resonante en el gran salón.