Dragón Blood

V

La noticia de que Rhaegar, Rhaenyra y Daemon habían sido vistos en un burdel se propagó rápidamente por la Fortaleza Roja. Los rumores corrieron como pólvora y llegaron a oídos del rey Viserys I Targaryen, quien, enfurecido y preocupado, decidió enfrentar a su hijo mayor sobre el asunto. Era ya avanzada la noche cuando Rhaegar fue llamado a la cámara del rey.

Al entrar, Rhaegar encontró a su padre de pie junto a una ventana, su rostro oscurecido por la ira y la decepción. Viserys se giró bruscamente al escuchar la puerta cerrarse detrás de su hijo.

"Rhaegar, ¿qué demonios estabas pensando al ir a un burdel? Y peor aún, llevar a tu hermana contigo."

Rhaegar mantuvo la mirada de su padre, su expresión seria y desafiante. "Padre, no fue mi idea. Fue Daemon quien nos llevó allí. No quería ir, pero tampoco podía dejar a Rhaenyra sola con él."

Viserys dio un paso adelante, su rostro a centímetros del de su hijo. "Eso no es excusa. Eres un príncipe, Rhaegar. Tienes responsabilidades y una reputación que mantener. ¿Qué dirá el reino al saber que sus futuros monarcas frecuentan burdeles?"

Rhaegar se mantuvo firme, su voz calma pero decidida. "Padre, sé que fue un error. Pero no hicimos nada inapropiado. Solo estábamos allí para ver lo que Daemon nos quería mostrar. No fue más que curiosidad."

Viserys frunció el ceño, la frustración evidente en su rostro. "Curiosidad que podría costarnos caro. ¿Qué crees que hará Otto Hightower con esta información? ¿O los otros señores que buscan cualquier excusa para desacreditarnos?"

Rhaegar suspiró, sintiendo el peso de la culpa y la presión sobre sus hombros. "Lo siento, padre. No volverá a suceder."

La tensión en la sala aumentó cuando Viserys dio otro paso adelante, su voz baja y amenazante. "Tienes que entender que tus acciones tienen consecuencias, Rhaegar. Estoy tratando de mantener la estabilidad del reino, y tú no me estás ayudando. Si continúas así, tendré que tomar medidas drásticas."

Rhaegar levantó la mirada, su voz firme. "¿Qué medidas, padre?"

Viserys lo miró con severidad. "Te desheredaré si no te comportas como corresponde a un príncipe. Y para asegurarnos de que esto no vuelva a suceder, he decidido que debes casarte con Laenor Velaryon."

Rhaegar sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, pero no dejó que la sorpresa lo dominara. "¿Laenor Velaryon? ¿Me estás forzando a casarme con él por un error? Padre, esto es injusto."

Viserys no cedió terreno. "Es lo mejor para el reino y para nuestra familia. La unión con los Velaryon fortalecerá nuestras alianzas. Y tal vez el matrimonio te enseñe a ser más responsable."

Rhaegar sintió la ira arder en su interior, pero trató de mantener la calma. "¿Y qué tenemos en común Laenor y yo? ¿Qué nos une?"

Viserys respondió con frialdad. "Ambos son Targaryen. Eso debería ser suficiente."

Rhaegar sonrió amargamente, sintiendo la ironía de la situación. "Sí, padre. Y ambos compartimos algo más: nos gusta que nos la metan."

Sus palabras resonaron en la sala, y Viserys se quedó en silencio, impactado por la audacia de su hijo. Viserys recuperó la compostura rápidamente, su expresión endureciéndose. "Es suficiente, Rhaegar. Aceptarás este matrimonio, te guste o no. Porque si no lo haces, perderás todo."

Rhaegar respiró hondo, luchando contra la mezcla de emociones que bullían dentro de él. Finalmente, asintió con resignación. "Está bien, padre. Me casaré con Laenor Velaryon. Pero no creas que esto resolverá todos nuestros problemas."

Viserys asintió, su rostro relajándose ligeramente. "Haces bien en aceptar, Rhaegar. Al final, esto es por el bien del reino."

Rhaegar tomó aire profundamente y miró a su padre con firmeza. "Padre, si yo acepto casarme con Laenor Velaryon, quiero que Rhaenyra pueda casarse con quien ella desee. Merece tener algo de control sobre su propio destino."