Dragón Blood

VI

Rhaegar estaba nervioso mientras caminaba por los pasillos del Driftmark, el hogar de la Casa Velaryon. Las paredes de piedra, adornadas con tapices marinos y estandartes azules y plateados, reflejaban la antigua y orgullosa historia de su familia. Pero hoy, Rhaegar no estaba allí por historia o tradición; su misión era mucho más personal y urgente.

Llegó ante las puertas del gran salón, donde Corlys Velaryon, el Señor de las Mareas, esperaba. Con un suspiro profundo, Rhaegar enderezó los hombros y entró. Corlys, con su imponente presencia, se levantó de su asiento. Sus ojos se encontraron, y Rhaegar notó una chispa de curiosidad en la mirada del lord.

"Rhaegar, qué sorpresa verte aquí," dijo Corlys con una sonrisa medida.

"Lord Corlys," comenzó Rhaegar, haciendo una reverencia, "vengo a hablar de un asunto delicado y personal. Mi esposo, Laenor, y yo hemos intentado tener un hijo, pero... no hemos tenido éxito. Estoy aquí para pedir tu ayuda."

El ambiente se tensó mientras las palabras de Rhaegar flotaban en el aire. Corlys se quedó en silencio por un momento, sus pensamientos claramente girando. Finalmente, se acercó a Rhaegar, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y cálculo.

"¿Estás sugiriendo lo que creo?" preguntó Corlys, su voz baja y seria.

Rhaegar asintió lentamente. "Sí. Te estoy pidiendo que me ayudes a concebir. Sé que suena inusual, pero Laenor y yo estamos desesperados."

Corlys observó a Rhaegar por un largo instante antes de hablar. "Entiendo tus razones, pero debes comprender lo que esto implicará. Será un acto íntimo, más allá de cualquier alianza familiar."

"Lo comprendo," respondió Rhaegar, su voz firme aunque sus manos temblaban ligeramente.

Corlys lo estudió un momento más antes de dar un paso atrás y gesticular hacia una puerta lateral. "Ven conmigo."

Rhaegar siguió a Corlys a través de un pasillo estrecho hasta una habitación privada. La habitación estaba decorada con alfombras gruesas y pesadas cortinas, creando un ambiente cálido y privado. Corlys cerró la puerta tras ellos y se volvió hacia Rhaegar, su expresión más suave, pero no menos seria.

"Si esto es lo que deseas, entonces lo haremos a mi manera," dijo Corlys, su voz baja y firme. "Deberás someterte a mí completamente."

Rhaegar sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral, pero asintió, aceptando las condiciones de Corlys. "Estoy listo."

Corlys se acercó y tomó a Rhaegar por el mentón, levantando su rostro para que sus miradas se encontraran. "Desnúdate," ordenó suavemente, pero con una autoridad que no admitía réplica.

Rhaegar obedeció, quitándose la ropa lentamente mientras los ojos de Corlys lo recorrían con una mirada intensa. Una vez desnudo, Corlys lo guió hacia la cama, empujándolo suavemente para que se tumbara. El aire estaba cargado de tensión mientras Corlys también se despojaba de su ropa, revelando un físico aún imponente pese a su edad.

Corlys se arrodilló junto a la cama, sus manos recorriendo el cuerpo de Rhaegar con una mezcla de ternura y posesión. "¿Confías en mí?" preguntó, sus dedos deteniéndose sobre el vientre de Rhaegar.

"Sí," respondió Rhaegar con un susurro, su voz cargada de anticipación.

Sin más preámbulos, Corlys comenzó a besar a Rhaegar, sus labios recorriendo su piel con una intensidad creciente. A medida que el contacto se volvía más íntimo, Corlys comenzó a imponer su dominio de una manera que Rhaegar nunca había experimentado. Sujetó las muñecas de Rhaegar por encima de su cabeza, inmovilizándolo mientras sus besos se volvían más insistentes y demandantes.