XI

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Después del caótico enfrentamiento en el gran salón de Driftmark, la noche finalmente cayó, cubriendo la isla con un manto de calma aparente. Sin embargo, en una sala más pequeña y privada del castillo, una conversación secreta estaba a punto de cambiar el destino de uno de los príncipes.

Rhaegar, Rhaenyra y Daemon se encontraban reunidos alrededor de una mesa de roble macizo, sus rostros reflejando una mezcla de preocupación y resolución. La atmósfera estaba cargada de tensión, pero también de una determinación compartida.

Rhaegar, con el rostro aún marcado por la fatiga del reciente parto y el estrés del conflicto, tomó una profunda respiración antes de hablar. "Laenor, debemos hablar contigo sobre algo muy serio. Es una oportunidad para que encuentres la felicidad que mereces."

Laenor, sentado frente a ellos, parecía sorprendido y confundido. "¿De qué hablas, Rhaegar? ¿Qué clase de oportunidad?"

Rhaenyra miró a su hermano con empatía. "Sabemos que las presiones de ser un príncipe y el esposo del heredero son abrumadoras. Hemos estado hablando y creemos que hay una manera de liberarte de todo esto."

Daemon, siempre directo y pragmático, intervino. "Queremos ofrecerte la oportunidad de escapar. Puedes ir a Essos y comenzar una nueva vida, lejos de las expectativas y las responsabilidades que te han impuesto. Podrías ser feliz, sin las cadenas que te atan aquí."

Laenor frunció el ceño, incrédulo. "¿Hacerme pasar por muerto? ¿Dejar todo esto atrás? ¿Y qué pasa con mis deberes, mi familia?"

Rhaegar tomó la mano de Laenor, su mirada llena de sinceridad. "Laenor, te amamos y queremos lo mejor para ti. Sabemos que no eres feliz aquí, que siempre has deseado algo más. Esta es tu oportunidad de encontrar esa felicidad. Nosotros nos encargaremos de todo aquí."

Laenor, quien había estado viviendo con una carga secreta durante mucho tiempo, suspiró y confesó: "Rhaegar, siempre has sabido que soy gay. Nunca quise esta vida de mentiras. Si hay una forma de ser feliz y auténtico, la aceptaré."

Rhaenyra intervino, su voz firme. "Los niños estarán bien cuidados. Siempre tendrán a su familia aquí para protegerlos y guiarlos. Y Rhaegar y yo nos aseguraremos de que sepan que su padre los amaba y siempre quiso lo mejor para ellos."

Rhaegar añadió, su voz suave pero decidida. "Y en cuanto a mí, Laenor, quiero que seas feliz. Es lo que siempre he querido para ti. No podemos seguir viviendo una mentira, ni tú ni yo. Tienes la oportunidad de ser libre."

Laenor permaneció en silencio por un momento, dejando que las palabras de sus seres queridos calaran profundamente. Finalmente, asintió lentamente, aceptando la realidad de su situación. "Está bien. Si esto es lo mejor para mi... lo haré. Iré a Essos y empezaré de nuevo."

Rhaegar le apretó la mano con gratitud. "Gracias, Laenor. Te prometo que haremos todo lo posible para que esto funcione. Tu felicidad es lo más importante para nosotros."

Daemon, siempre el estratega, comenzó a delinear los planes. "Nosotros nos encargaremos de los detalles. Hablaré con nuestros contactos en Essos para asegurarnos de que tengas una salida segura y un lugar donde empezar de nuevo. Nos aseguraremos de que todo esté en su lugar."

Rhaenyra se levantó y abrazó a Laenor. "Eres valiente por tomar esta decisión. Nos aseguraremos de que tu sacrificio no sea en vano. Siempre serás parte de esta familia, sin importar dónde estés."

Laenor asintió, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. "Gracias a todos. Nunca podré agradecerles lo suficiente por esto."

Con el plan en marcha, Rhaegar, Rhaenyra y Daemon comenzaron a trabajar en los detalles para garantizar que Laenor pudiera escapar sin dejar rastro. En las siguientes semanas, prepararon cuidadosamente cada aspecto de la huida, asegurándose de que todos los cabos sueltos estuvieran atados.

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