Capítulo 38: Juego con naranjas

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Unos días más tarde, Alicia se sentía famélica después de una mañana agitada con Julio. Esa mañana se quedaron solos, ya que incluso los cachorros estaban fuera practicando cazar con Winston. Julio aprovechó la oportunidad de seducirla, teniendo total éxito. Dichoso por cómo había empezado el día, además del desayuno habitual, preparó una ensalada con los vegetales de su huerto que Alicia amaba.

Alicia se deleitaba con cada bocado y disfrutaba del silencio que envolvía la casa. Se había acostumbrado al ruido de sus cachorros alborotadores o de sus compañeros trabajando en la casa o el jardín. "Julio, ¿quieres ir a nadar conmigo?" preguntó.

"La verdad es que me encantaría ir los dos solos, pero temo que te pase algo y esté solo yo para defenderte. Mejor esperemos a que llegue alguno de los demás, o podemos invitar a Qin. Si están sus parejas, sería más seguro", respondió Julio, llorando por dentro. En el fondo de su corazón quería estar a solas con Alicia y no compartirla con nadie, pero jamás se perdonaría si le pasara algo a su Alis por su egoísmo.

Cuando le preguntaron a Qin, ella aceptó de inmediato. Muir y Shuu se unieron al plan. El bebé mono quiso pasar su día con su padre, quien estaba organizando los productos que trajeron ayer y resolviendo algunos asuntos relacionados con las nuevas hembras.

Ya en el lago, Alicia y Qin refrescaban sus pies en el agua mientras estaban sentadas a la orilla, bajo la sombra de un gran árbol. Qin comenzó a admirar su alrededor y notó la ropa de Alicia. Usaba un top y una falda que lucían frescas y de rápido secado, ideales para bañarse. "¿Darek no conoce a una serpiente que tenga un carácter como él? Quisiera tener esa tela para hacer ropa; se ve genial para la temporada de calor", comentó Qin.

Esta pregunta tomó por sorpresa a Alicia, pero entendía que la muda de piel de las serpientes era un gran beneficio. "No que yo sepa, pero le preguntaré", respondió.

El escuchar esta conversación puso tensos a los compañeros de Qin, quienes rezaron para que Darek le diera una respuesta negativa. Alicia, algo aburrida, recordó lo mucho que le gustaba jugar a la pelota en el agua en su vida anterior. "Tengo una idea, Julio, ¿tienes naranjas por ahí?", preguntó.

"Sí, ¿quieres una?", respondió Julio.

"Sí, dos por favor, pero no para comer. Lánzamelas", dijo Alicia. Julio quedó confundido, preocupado de que lanzar la fruta pudiera dañarla, así que optó por levantarse y entregárselas en la mano.

"Ay, Julio, eres tan tierno", comentó Alicia por el gesto. "El juego consiste en lanzarnos las naranjas al mismo tiempo y no dejarlas caer. A quien se le caiga debe cumplir un deseo del otro que la lanzó. Podemos jugar todos si quieren". Qin, entusiasmada, invitó a sus compañeros a participar.

Al principio no entendían del todo la dinámica del juego, pero después de un rato todos se divertían. Naturalmente, las primeras en perder fueron Qin y Alicia, ya que los machos tienen sentidos más desarrollados. Después de que Alicia perdiera tres veces, decidieron acabar el juego ya que estaban cavando su propia tumba. Al principio, Muir solo le pidió un abrazo y después una cita, siempre había querido una desde que Alicia se lo mencionó. Shuu le pidió aparearse, imitando a Julio que lo había conseguido antes. Alicia inicialmente perdió ante Qin, quien le pidió una crema medicinal. Luego, perdió ante Mark, quien cedió el deseo a Julio. Este pidió un beso en los labios y se lo dio de inmediato. Después, Julio ganó y pidió aparearse; Alicia no podía creer que lo pidiera frente a todos, sobre todo siendo que ya lo habían hecho en la mañana. Al menos se sintió menos avergonzada cuando Shuu copió el deseo de Julio.

El juego les generó hambre y fueron a comer los bocadillos preparados por Julio. Las hembras se posicionaron rápidamente en la manta, disfrutando de las dulces frutas de la temporada, indiferentes a la mirada curiosa de una humana que había alcanzado a ver su juego un minuto antes de finalizar.

Alicia renacida en el mundo de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora