Capítulo 42: Ataque masivo, parte 2

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ADVERTENCIA: Hay contenido de abus* más adelante, por si prefieres saltarte este capítulo.

Alicia y Bai se apoyaban mutuamente, buscando consuelo en el calor de la otra. Bai lloraba en silencio, acariciando su vientre una y otra vez. De repente, escucharon unos pasos y vieron al orco oso entrar con una sonrisa espeluznante. "Creo que es hora de cobrar mi premio", dijo, agarrando bruscamente a Bai del brazo mientras ella le suplicaba que no le hiciera daño.

Alicia se sentía impotente ante la escena, sin poder defender a su amiga. Solo se le ocurrió ponerse en su lugar, ya que aunque ambas tenían una edad similar, mentalmente se sentía mayor desde que recordó su vida pasada, lo que la hacía sentirse responsable por Bai. Alicia no creía que su amiga pudiera soportar una experiencia tan traumática como un abuso; temía que después de un tiempo, tal vez nunca pudiera superarlo.

"Tómame a mí. Si tanto te gusta, debes cuidarla ya que está embarazada. Espera a que dé a luz, sino podría sufrir un aborto y morir en el proceso", dijo Alicia con firmeza, impulsada por la ira y la frustración de la situación.

El orco odiaba admitir que, en el fondo, se preocupaba por Bai, ya que algo en ella le recordaba a su antigua pareja y no quería arriesgarse a perderla. "Está bien, espero que me entretengas", dijo, soltando a Bai y tomando a Alicia en su lugar.

Bai le ruega que la deje en paz, pero cruza miradas con Alicia, quien con tristeza le hace una señal de que todo está bien y que se quede tranquila. Alicia cerró los ojos con fuerza e intentó llevar su mente a su lugar seguro, en su casa rodeada de sus cachorros y compañeros, mientras las lágrimas caían por sus mejillas.

Bai lloraba en una esquina, sin saber qué hacer por su amiga que se había sacrificado en su lugar. Entre sollozos, miró a su alrededor en busca de algo que pudiera ayudarla y vio una roca con punta. Gateó hasta alcanzarla, la tomó, se puso de pie y reunió toda su fuerza para golpear al orco en la cabeza. Lamentablemente, aunque logró hacerle una herida, no fue suficiente para noquearlo. El orco se enfureció por ser herido e interrumpido en ese momento, por lo que la empujó fuertemente contra la pared, dejándola inconsciente.

Justo en ese instante se escucharon rugidos y sonidos de batalla al exterior de la cueva. El orco maldijo por su mala suerte y salió a ver qué estaba pasando. Afuera de la cueva estaban los compañeros de Alicia, Curtis y algunas otras bestias de la ciudad bestia, dando un combate sangriento. Ante la escena, decidió unirse, pero una serpiente negra lo tomó entre sus manos. Estaba a punto de interrogarlo para descubrir la ubicación de su hembra, cuando detectó en él el olor de su cabello de fuego y apareamiento. Esto hizo que se sintiera furioso y perdiera la cordura; lo estranguló hasta hacerlo explotar, quedando cubierto de sangre. "¡Se atrevieron a tocar a Alicia! ¡Maten a todos!", gritó Darek mientras despedazaba a todos a su paso.

Mientras todos estaban enfocados en el enemigo, Matteo, junto con un pavo real, entraron en la cueva con la esperanza de encontrar a las hembras. Sin embargo, no esperaban encontrar una escena tan desgarradora: Bai estaba tirada en el suelo, inconsciente y con sangre brotando de su cabeza, y Alicia, desnuda con la ropa rota, su cuerpo lleno de hematomas y con la mirada ida, no emitía ni una sola palabra. Matteo corrió hacia su Qingqing y la envolvió en sus brazos, rezando al Dios Bestia por la salud de su amada. El pavo real se dirigió hacia Alicia, la cubrió con una piel y la tomó en brazos. "Debemos sacarlas de aquí", dijo, desplegando sus alas para emprender el vuelo. Matteo volvió a la realidad y lo siguió. Primero les avisó al resto que las habían encontrado y las llevarían a un lugar seguro. Los compañeros de ambas intensificaron sus ataques para eliminarlos a todos rápidamente y poder reunirse con sus parejas.

Al otro día, Alicia despertó sintiéndose adolorida, débil y sucia. Miró a un costado y vio acostada a su lado a Bai, pálida, mientras Matteo le daba cristales blancos. Ahí Alicia recordó que Bai intentó defenderla pero se estrelló contra la pared. Al observar las manchas y el líquido rojo en los hombros y el piso, toda su atención se centró en su amiga.

Alicia renacida en el mundo de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora