La noche se desplegaba como un lienzo oscuro sobre la ciudad, salpicado de estrellas que brillaban con una intensidad tranquila. Era una de esas noches en las que el mundo parecía un poco más mágico, un poco más lleno de posibilidades. T/N y Rei estaban en la azotea de la escuela nuevamente, un lugar que había llegado a simbolizar su refugio personal, un santuario donde podían ser ellos mismos sin las presiones del mundo exterior.
Ese día, después de clases, un grupo de compañeros de clase había decidido quedarse un poco más y disfrutar de una pequeña reunión improvisada. Habían traído refrescos, bocadillos y, de alguna manera, alguien había conseguido una botella de licor que se pasó disimuladamente entre los asistentes. T/N y Rei, como de costumbre, se habían sentado juntos, alejados del bullicio principal pero aún formando parte de la celebración.
Mientras la tarde avanzaba, la conversación fluía fácilmente entre risas y bromas, y poco a poco, la botella misteriosa fue pasando de mano en mano. T/N había aceptado un vaso, y aunque no era habitual en él beber, decidió que un pequeño sorbo no haría daño. Rei, siempre curiosa, había seguido su ejemplo, riendo suavemente mientras tomaba su primer trago.
La noche continuó, y la atmósfera se volvió más relajada y despreocupada. La bebida había hecho efecto, y todos estaban más sueltos, riendo y hablando sin reservas. T/N y Rei, sentados juntos en un rincón de la azotea, comenzaron a sentir el ligero mareo de la embriaguez.
—No puedo creer que estemos haciendo esto —murmuró T/N, mirando su vaso medio vacío y luego a Rei, que lo observaba con una sonrisa traviesa.
—Yo tampoco. —dijo Rei, riendo—. Pero, ¿sabes? Me alegra estar aquí contigo.
T/N sonrió, sintiendo una calidez en el pecho que no solo provenía del licor. Había algo en la forma en que Rei lo miraba, en la suavidad de su voz, que hacía que todo lo demás se desvaneciera.
—Sí, yo también, Rei. —respondió él, su voz cargada de una sinceridad que solo el alcohol podía liberar tan fácilmente—. Me haces sentir... feliz.
Rei lo miró con una intensidad que hizo que T/N se detuviera. Sus ojos, normalmente tan calmados y distantes, ahora brillaban con una emoción que él no había visto antes. Era como si todas las barreras entre ellos se hubieran disuelto en ese instante, dejándolos ver el uno al otro de una manera nueva y cruda.
—T/N, —dijo Rei suavemente, su voz apenas un susurro—. Siempre he querido decirte algo.
—¿Qué es? —preguntó T/N, inclinándose un poco más cerca, sintiendo el calor de su aliento.
Rei abrió la boca para responder, pero antes de que pudiera decir algo, uno de sus compañeros se acercó, sosteniendo dos vasos llenos.
—¡Aquí tienen! —exclamó alegremente—. ¡Un poco más de diversión líquida!
Rei y T/N tomaron los vasos, riendo a medida que sus manos temblaban ligeramente. Al principio, tomaron pequeños sorbos, pero pronto, envalentonados por la risa y la camaradería de la noche, terminaron bebiendo todo el contenido.
El mundo comenzó a girar un poco más rápido para ambos. Las luces de la ciudad se difuminaban en el horizonte, y los sonidos a su alrededor se mezclaban en una sinfonía de murmullos y risas. T/N y Rei se miraron, sintiendo cómo la distancia entre ellos se acortaba cada vez más.
—Rei, ¿puedo decirte algo? —preguntó T/N, su voz apenas un murmullo.
—Claro, T/N. Puedes decirme lo que quieras. —respondió Rei, sus ojos fijos en los de él.
T/N tomó aire, tratando de encontrar las palabras adecuadas en medio de la niebla de la embriaguez.
—Siempre... siempre he sentido algo especial por ti —confesó, su voz cargada de una honestidad cruda—. No sé cómo explicarlo, pero... eres más que una amiga para mí.
Rei se quedó en silencio, procesando sus palabras. Su corazón latía con fuerza en su pecho, cada palabra resonando profundamente dentro de ella. Sin pensarlo dos veces, se inclinó hacia adelante, acercándose cada vez más a T/N.
—Yo también siento lo mismo, T/N —dijo ella finalmente, su voz temblando con la emoción—. Siempre lo he sentido.
La distancia entre ellos se redujo a unos pocos centímetros. Sus respiraciones se mezclaban, y el mundo a su alrededor parecía desaparecer. En ese momento, no había nada más que ellos dos, sus corazones latiendo al unísono, sus almas entrelazadas en una danza silenciosa.
Sin pensarlo, T/N cerró los ojos y se inclinó un poco más, sus labios encontrando los de Rei en un beso suave y lleno de anhelo. Fue un beso tímido al principio, casi como si ambos estuvieran probando las aguas, pero pronto se volvió más profundo, más urgente, como si estuvieran tratando de expresar todo lo que habían guardado en sus corazones durante tanto tiempo.
Rei respondió al beso con la misma intensidad, sus manos encontrando el camino hasta el cuello de T/N, sus dedos enredándose en su cabello. Había algo en ese beso que hacía que todo lo demás se desvaneciera, que hiciera que el mundo se sintiera pequeño y lejano. Solo ellos importaban, solo ese momento existía.
Cuando finalmente se separaron, ambos se quedaron mirando el uno al otro, sus respiraciones entrecortadas y sus corazones latiendo con fuerza. Había una mezcla de sorpresa y alegría en sus ojos, una comprensión tácita de que algo importante había cambiado entre ellos.
—T/N... —comenzó Rei, su voz temblando ligeramente—. No sé qué decir.
—No necesitas decir nada, Rei —respondió T/N suavemente, tomando su mano en la suya—. Esto... esto es suficiente.
Rei asintió, sus ojos llenos de una emoción que no podía poner en palabras. Se acurrucó más cerca de T/N, apoyando su cabeza en su hombro mientras el mundo continuaba girando a su alrededor.
Los amigos a su alrededor, al darse cuenta de lo que acababa de pasar, intercambiaron miradas sorprendidas y sonrisas cómplices. Nadie había esperado que T/N y Rei, normalmente tan reservados, compartieran un momento tan íntimo delante de todos.
—¿Qué acaba de pasar? —murmuró uno de los compañeros de clase, su voz llena de asombro.
—Creo que acaban de besarse —respondió otro, sus ojos llenos de incredulidad.
Pero T/N y Rei no prestaban atención a los murmullos ni a las miradas curiosas. Para ellos, solo existía el momento que acababan de compartir, un momento que había cambiado todo. El beso había sido más que un simple acto impulsivo; había sido una promesa silenciosa, una declaración de lo que ambos sentían pero nunca habían dicho en voz alta.
Mientras la noche avanzaba y las estrellas brillaban sobre ellos, T/N y Rei permanecieron juntos, disfrutando de la cercanía y el calor del otro. Había un entendimiento tácito entre ellos, una aceptación de que lo que acababa de suceder era solo el comienzo de algo hermoso y nuevo.
Rei levantó la mirada, encontrando los ojos de T/N, y sonrió con una calidez que solo él conocía.
—Esto... fue increíble —dijo ella, su voz apenas un susurro.
—Sí, lo fue —respondió T/N, sonriendo de vuelta—. Y creo que hay mucho más por venir.
Rei asintió, sus ojos brillando con la promesa de futuros momentos compartidos.
Y mientras el mundo seguía girando a su alrededor, T/N y Rei se aferraron a esa promesa, sabiendo que, sin importar lo que el futuro les deparara, siempre tendrían ese momento, siempre tendrían esa conexión que los unía de una manera que nadie más podía entender.
Porque en ese beso, habían encontrado algo que muchos buscan toda su vida: un amor puro y verdadero, un amor que los guiaría a través de cualquier oscuridad y les mostraría el camino hacia la luz.
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Eres un ángel?...[T/N x Rei Ayanami]
RomanceEs un diferente universo, simplemente digo eso