La escuela estaba sumida en un extraño silencio. T/N no había aparecido en clase, y aunque algunos de sus amigos habían notado su ausencia, ninguno parecía tener la energía o el ánimo para preguntar por qué. Había días en los que la ausencia de un compañero se sentía más pesada, y este era uno de esos días. Los murmullos se desvanecieron rápidamente mientras los estudiantes se enfocaban en sus actividades cotidianas, sin querer profundizar en la razón detrás de la ausencia de T/N.
T/N se encontraba a kilómetros de distancia, en un lugar donde el tiempo parecía haberse detenido. El cielo estaba nublado, y una brisa fría soplaba a través del cementerio. Estaba parado frente a una lápida, sus ojos fijos en el nombre inscrito: Luna N/N. A su lado, su padre Lincoyan y su hermana menor, Alice, compartían el mismo silencio solemne.
Era el aniversario de la muerte de Luna, la madre de T/N. Cada año, en este día, la familia se reunía en el cementerio para honrar su memoria. Luna había sido una presencia luminosa en sus vidas, y su ausencia seguía resonando profundamente en sus corazones.
Alice se aferraba a una pequeña muñeca de trapo, un recuerdo de su madre, mientras sus ojos verdes brillaban con lágrimas contenidas. A pesar de su juventud, entendía la gravedad del día y la tristeza que conllevaba. Lincoyan se mantenía firme, su rostro sereno pero sus ojos llenos de un dolor silencioso. Cada vez que miraba la tumba de su esposa, sentía como si una parte de él se rompiera de nuevo.
T/N se arrodilló lentamente frente a la tumba, colocando una mano sobre la fría piedra.
—Hola, mamá —susurró, su voz quebrada por la emoción contenida—. Han pasado ya unos años, pero aún parece que fue ayer. Todavía te extraño... todos te extrañamos.
La mano de Lincoyan se posó suavemente en el hombro de T/N, un gesto de apoyo y consuelo.
—Tu madre estaría muy orgullosa de ti, T/N. —dijo Lincoyan con una voz profunda y calmada—. De cómo has crecido, de cómo cuidas de tu hermana, y de cómo sigues adelante.
T/N asintió, sus ojos llenos de lágrimas. Cada vez que venían al cementerio, sentía una mezcla de tristeza y consuelo. La tristeza de no tener a su madre con ellos, y el consuelo de saber que, de alguna manera, todavía estaba presente en sus vidas.
Alice se inclinó hacia la tumba, colocando cuidadosamente la muñeca a los pies de la lápida.
—Mamá, espero que te guste. —dijo con una voz suave y temblorosa—. La hice en la escuela. Es como tú me enseñaste a hacer muñecas.
T/N sonrió levemente a su hermana, admirando su fortaleza. A pesar de su juventud, Alice siempre había encontrado formas de mantenerse conectada con su madre.
Los tres permanecieron en silencio durante un largo rato, dejando que sus pensamientos vagaran y sus corazones hablaran. Recordaron los momentos felices que compartieron con Luna: las risas, las canciones que solía cantarles antes de dormir, y su amor incondicional que siempre los envolvía como un cálido manto.
T/N cerró los ojos, recordando una de las últimas conversaciones que tuvo con su madre. Luna siempre había sido una fuente de sabiduría y amor, y sus palabras todavía resonaban en su mente.
—No importa cuán difícil sea la vida, T/N. —le había dicho Luna una tarde, mientras el sol se ponía detrás de ellos—. Siempre encontrarás la fuerza para seguir adelante. Y aunque no esté físicamente contigo, siempre estaré en tu corazón, guiándote y protegiéndote.
El recuerdo trajo una mezcla de lágrimas y una sonrisa a su rostro. A pesar del dolor, las palabras de su madre le daban fuerza para enfrentar cada nuevo día.
Después de un rato, Lincoyan rompió el silencio.
—Es hora de irnos, chicos. —dijo suavemente—. Pero recuerden, ella siempre estará con nosotros, en cada paso que demos.
Alice asintió, limpiando las lágrimas de sus mejillas. T/N se puso de pie lentamente, sintiendo una mezcla de pesadez y alivio. Antes de alejarse, se inclinó hacia la tumba una última vez.
—Te quiero, mamá. —susurró—. Siempre te llevaré en mi corazón.
La familia se alejó lentamente de la tumba, el viento frío soplando a su alrededor como si fuera un susurro de consuelo. Mientras caminaban hacia la salida del cementerio, T/N sentía una nueva resolución en su corazón. Aunque su madre ya no estaba físicamente con ellos, su espíritu y su amor continuarían guiándolos a través de los desafíos de la vida.
De vuelta en la escuela, el día continuaba sin mayores incidentes. Rei, Shinji y Asuka se preguntaban en silencio sobre la ausencia de T/N, pero ninguno quería profundizar en sus propios pensamientos. Había una sensación de inquietud que flotaba en el aire, como si algo faltara.
Rei miró el asiento vacío de T/N, su mente llena de preguntas. Siempre había sido perceptiva sobre los cambios en el comportamiento de sus amigos, y la ausencia de T/N no pasó desapercibida para ella. Aunque no lo demostraba abiertamente, estaba preocupada.
Cuando la campana final sonó, Rei decidió buscar respuestas. Se dirigió a Misato Katsuragi, la profesora, quien estaba guardando sus cosas.
—Misato-sensei, ¿sabe algo sobre T/N? —preguntó Rei, su voz suave pero llena de preocupación—. No vino a la escuela hoy.
Misato levantó la mirada, sorprendida por la pregunta.
—No estoy segura, Rei. —respondió con un tono de duda—. Pero a veces las familias tienen razones personales para faltar. Estoy segura de que T/N estará bien. Tal vez podrías llamarlo más tarde para ver cómo está.
Rei asintió, sintiendo una leve tranquilidad. Decidió que haría exactamente eso. En cuanto llegara a casa, llamaría a T/N para asegurarse de que todo estuviera bien.
Esa noche, en su casa, Rei se sentó junto a su ventana, el teléfono en la mano. Llamó a T/N y esperó mientras el tono sonaba. Después de unos momentos, la voz familiar de T/N contestó al otro lado.
—Hola, Rei. —dijo, su voz sonando más suave y reflexiva de lo habitual.
—Hola, T/N. —respondió Rei, sintiendo un alivio inmediato al escuchar su voz—. Estaba preocupada por ti. No viniste a la escuela hoy. ¿Estás bien?
Hubo una breve pausa antes de que T/N respondiera.
—Sí, estoy bien. —dijo finalmente—. Solo necesitaba un día para estar con mi familia. Hoy es el aniversario de la muerte de mi madre.
Rei sintió una punzada de empatía y tristeza.
—Lo siento mucho, T/N. —dijo suavemente—. No sabía. ¿Estás bien?
—Sí, lo estoy. —respondió T/N, con una mezcla de tristeza y gratitud en su voz—. Fue difícil, pero también fue bueno recordar a mi mamá y estar con mi papá y mi hermana.
Rei sonrió, sabiendo que T/N tenía la fortaleza para superar cualquier cosa.
—Me alegra escuchar eso. —dijo—. Si necesitas hablar o alguien con quien estar, estoy aquí para ti.
—Gracias, Rei. —respondió T/N, su voz llenándose de aprecio—. Realmente significa mucho para mí.
La llamada terminó, y Rei se quedó mirando las estrellas, sintiéndose agradecida de tener a alguien como T/N en su vida. Sabía que, a pesar de las pruebas y tribulaciones, siempre tendrían el apoyo mutuo para seguir adelante.
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Gracias a los ultimos capitulos de Mi gotica, se puede descubrir algo...
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Eres un ángel?...[T/N x Rei Ayanami]
RomanceEs un diferente universo, simplemente digo eso