Una agenda asesina

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Las pantallas perdieron la señal y mostraron interferencias.

—¡Eh! —exclamó Marla.

Golpeó el costado de una de las pantallas y la imagen se movió distorsionada, tembló y desapareció de nuevo. Le dio otro golpe y la imagen se aclaró poco a poco después de otra interferencia; cuando recuperó la resolución, apareció el escenario.

—Algo no encaja —dijo Lamar, y los tres se inclinaron hacia delante para ver mejor.

—Bonnie —comentó Jason en tono grave.

—Bonnie —repitió Marla, que miró asustada a Lamar—. ¿Dónde está Bonnie?

El chico apretó enseguida el botón del

—Charlie —la llamó con urgencia—. Charlie, no salgáis de la sala de control.

En la sala de control bajo el escenario, Charlie y Jessica observaban las pantallas en busca de señales de vida.

—Está demasiado oscuro, no veo nada —se quejó Jessica.

—¡Ahí! —señaló Charlie.

Jessica parpadeó.

—No veo nada —insistió.

—Es Carlton, justo ahí. Voy a buscarlo. —Se deslizó hacia la salida sin esperar respuesta.

—Charlie, espera —dijo John, pero ya había salido.

La puerta se cerró tras ella de golpe y los tres oyeron el ruido sordo y metálico del pestillo al encajarse.

—¡Charlie! —gritó de nuevo John, pero ya se había marchado. Tiró de la puerta y gruñó—: Se ha cerrado del todo.

El walkie-talkie crepitó y oyeron retazos de la voz de Lamar.

—Ch... lie, no salg... de la sal... ol.

Jessica y John se miraron. El chico cogió la radio.

—Demasiado tarde —dijo mirando a su amiga mientras bajaba el aparato.

Charlie se abrió paso entre las sillas con paso vacilante, pero enseguida se dio cuenta de que había dado una vuelta sobre sí misma. La iluminación había cambiado; ahora una única luz azul parpadeaba sobre el escenario. La sala brillaba una y otra vez con el estallido cegador, similar a un relámpago. Al instante se oscurecía de nuevo. Charlie se tapó los ojos e intentó recordar contra qué había chocado primero. Con cada pulsación de luz, las sillas metálicas y los gorros de fiesta plateados parpadeaban como balizas en la oscuridad. Comenzó a sentir un latido en la cabeza.

Entornó los ojos para intentar orientarse, pero más allá de las mesas que la rodeaban lo único que veía eran miles de imágenes grabadas en sus retinas. No tenía ni idea de hacia dónde ir para encontrar a Carlton. Se apoyó en una silla cercana y se presionó la frente con la mano.

Una mesa chirrió brevemente contra el suelo. Charlie supo que no había sido ella. Se dio la vuelta, pero la luz se había apagado. Cuando se encendió de nuevo se encontraba en dirección al escenario; donde debía haber tres pares de ojos, solo vio dos. Freddy y Chica la miraban desde arriba, sus ojos de plástico reflejaban la luz. Sus cabezas parecían seguirla a medida que se deslizaba por la mesa.

Bonnie había desaparecido.

De repente se sintió expuesta y cayó en la cuenta de cuántos sitios había en esa sala abierta para que algo se escondiera, así como de lo visible que era ella para cualquier persona (o cosa) que estuviera observando. Pensó un instante en la pequeña sala de control de la que acababa de salir y sintió una punzada de arrepentimiento. «Puede que salir de ahí haya sido una decisión muy estúpida...»

Trilogia de libros de five nights at freddy'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora