Cicatrices

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—Bueno, ¿te gustan las clases? —preguntó Clay Burke en tono desenfadado.

Charlie le lanzó una mirada sarcástica.

—Bueno, este es el primer asesinato del trimestre, así que todo va bien.

Burke no respondió. Al parecer era consciente de que cualquier intento de calmar los ánimos estaba destinado a fracasar. Charlie miró por la ventanilla. A menudo pensaba en regresar a la casa de su padre, pero cada vez que le venía a la mente el recuerdo de ese lugar, lo reprimía casi con violencia, lo empujaba a un rincón de su mente y lo dejaba allí, criando polvo. En este momento, algo se revolvía en ese rincón polvoriento, y se temía que no iba a ser capaz de mantenerlo allí durante mucho más tiempo.

—Comisario Burke... Clay —dijo Charlie—. ¿Cómo está Carlton?

Clay Burke sonrió.

—Muy bien. Intenté convencerle de que no se fuera a estudiar muy lejos, pero él y Betty insistieron. Ahora está en la costa este, estudiando artes escénicas.

—¿Artes escénicas? —Charlie se rio, para su propia sorpresa.

—Bueno, siempre ha sido un bromista —dijo Clay—. Me pareció que tenía mucho sentido que estudiara teatro.

Charlie sonrió.

—¿Alguna vez...?

Volvió a mirar por la ventanilla.

—¿Alguna vez habló de lo ocurrido? —preguntó mirando hacia afuera.

Le veía la cara a Clay, reflejada en la ventanilla, ligeramente distorsionada.

—Carlton habla más con su madre que conmigo —respondió sin rodeos.

Charlie esperó a que continuara, pero se quedó en silencio. Aunque Charlie y Jessica vivían juntas, desde el principio tenían el pacto no escrito de no hablar del Freddy's, al menos no en detalle. No sabía si a Jessica también le consumían los recuerdos, como a ella. Puede que Jessica también tuviera pesadillas.

Pero Charlie y Clay no tenían ese pacto. Charlie tomó pequeñas bocanadas de aire, mientras esperaba a ver qué más le contaría su interlocutor.

—Creo que Carlton soñaba con ello —dijo Clay al fin—. A veces, por las mañanas, bajaba a la cocina con cara de no haber dormido en una semana, pero nunca me dijo qué le pasaba.

—¿Y tú? ¿Piensas en ello? —Charlie se estaba pasando de la raya, pero a Clay no parecía molestarle.

—Intento evitarlo —dijo muy serio—. ¿Sabes, Charlie? Cuando ocurren cosas terribles, se pueden tomar dos caminos: pasar página o dejar que te consuman.

Charlie apretó los dientes.

—No soy mi padre —dijo.

Clay se arrepintió de sus palabras.

—Lo sé, no quería decir eso. Solo quería decir que tienes que mirar hacia el futuro.

El hombre dibujó una sonrisa nerviosa.

—Por supuesto, mi mujer diría que hay otra opción: procesar las cosas terribles que pasan y aceptarlas. Es probable que tenga razón.

—Es probable —dijo Charlie, distraída.

—¿Y tú qué? ¿Cómo estás, Charlie? —preguntó Clay.

Era la pregunta que prácticamente había estado pidiendo a gritos, pero no sabía cómo contestarla.

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