El día más feliz

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Permanecieron sentados en silencio unos minutos en aquella pequeña oficina, todos con los ojos puestos en la puerta, esperando. «Volvemos a estar atrapados, pero en otro sitio», pensó Charlie.

—Tenemos que salir de aquí —dijo Jessica con suavidad, como poniendo voz a lo que pensaba su amiga.

De repente, Carlton hizo un leve sonido de angustia. Cogió una caja de cartón entre espasmos, volcó parte de su contenido y vomitó en ella. Tenía el estómago vacío, así que las arcadas eran en vano; sus entrañas se contraían sin efecto alguno. Finalmente se recostó resollando. Tenía la cara roja y lágrimas en los ojos.

—Carlton, ¿estás bien? —preguntó John asustado.

—Nunca he estado mejor —contestó el chico mientras su respiración se normalizaba poco a poco.

—Estás sufriendo una conmoción —dijo Charlie—. Mírame.

Se arrodilló delante de él y le observó los ojos intentando recordar qué aspecto tenían las pupilas cuando alguien estaba conmocionado. Carlton movió las cejas.

—Ah, ah, ¡au! —Apretó los dientes, agachó la cabeza y se la sujetó como si alguien fuera a arrebatársela. Un minuto después, aún encogido por el dolor, se disculpó——: Lo siento, creo que ha sido la carrera, me recuperaré.

—Pero... —comenzó a protestar Charlie.

Sin embargo, él la interrumpió mientras se incorporaba con visible esfuerzo.

—Charlie, no pasa nada. ¿No crees que es normal que me encuentre un poco mal? ¿Y tú? —Le señaló el brazo y ella bajó la mirada sin saber a qué se refería.

Una pequeña mancha de color rojo intenso había empapado la venda del día anterior; la herida debía de haberse abierto mientras huían.

—Oh —exclamó Charlie, de pronto también un poco mareada. John se acercó a ayudarla, pero ella lo apartó con un gesto—. Estoy bien.

Movió el brazo para probar; sentía el mismo dolor sordo que le había atravesado la herida durante las últimas horas, pero no parecía haber empeorado y la mancha de sangre no crecía demasiado rápido.

Se oyó otro trueno en el exterior y las paredes temblaron.

—Tenemos que salir de aquí. No solo de esta sala, ¡sino del edificio! —exclamó Jessica.

—Carlton necesita un médico —añadió John.

Jessica levantó la voz un poco histérica.

—¡Vamos a necesitarlo todos si no salimos de aquí!

—Lo sé —la secundó Charlie.

Sintió que aquel comentario evidente la enfadaba un poco y trató de contenerse. Estaban asustados y atrapados; atacarse unos a otros no ayudaría.

—Vale —prosiguió—. Tienes razón, tenemos que salir de aquí. Podríamos probar por la claraboya.

—No creo que consigamos salir por ahí —dijo John.

—Tiene que haber alguna escalera—respondió Charlie, cuyo miedo crecía a medida que analizaba las opciones. Se irguió y recuperó la compostura.

—No nos servirá de mucho —comentó Jessica.

—Los conductos de ventilación —dijo John, acelerado—. El respiradero por el que ha entrado Jason es demasiado pequeño, pero tiene que haber más. Ventanas. Freddy's tenía ventanas, ¿no? Tienen que conducir a alguna parte.

Trilogia de libros de five nights at freddy'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora