¿Charlie?

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—No lo sabemos con seguridad —dijo Jessica, que, con decisión, apoyó en la mesa el tenedor con el que había estado jugando, que hizo un ruido insignificante.

—No empieces —le advirtió John, que no levantó la vista de la carta, aunque no había leído ni una palabra desde que la cogió.

—Es que lo único que vimos fue, bueno, sangre. Se puede sobrevivir a muchas cosas. Dave, o Springtrap, o como se quiera llamar, sobrevivió a uno de esos trajes. Dos veces. Que sepamos, podría estar atrapada bajo los escombros. Deberíamos volver. Podríamos...

—Jessica, basta. —John cerró la carta y la apoyó en la mesa. —Por favor. No puedo escuchar esto. Los dos lo vimos. Ambos sabemos que es imposible que... —Jessica volvió a abrir la boca y estuvo a punto de interrumpirle—. He dicho que basta. ¿No te parece que yo también quiero creer que está bien? A mí también me importaba. Me importaba mucho. Lo que más deseo del mundo es que Charlie haya podido huir de algún modo. Que ahora llegara en ese coche viejo y saliera furiosa y dijera: «¡Eh! ¿Por qué me dejasteis tirada?». Pero vimos la sangre: había demasiada. Le agarré la mano... y no sentí nada. Y en cuanto la toqué, lo supe, Jessica. Y tú también lo sabes.

Jessica volvió a coger el tenedor y a juguetear con él entre los dedos, sin mirarle a los ojos.

—Siento como si estuviéramos esperando a que sucediera algo —dijo en voz baja.

John volvió a coger la carta.

—Ya lo sé, pero creo que eso es lo que suele pasar en estos casos.

Detrás de él, oyó que la camarera se acercaba por tercera vez.

—Todavía no nos hemos decidido —dijo sin levantar la vista—. ¿Por qué estoy mirando esto?

John volvió a poner la carta en la mesa y se tapó la cara con las manos.

—¿Puedo sentarme con vosotros?

John levantó la vista. Un joven de pelo castaño y aspecto poco familiar se sentó al lado de Jessica, frente a John.

—Hola, Arty —dijo Jessica con media sonrisa.

—Hola —dijo él y miró a Jessica, y luego a John, y luego a Jessica de nuevo.

John no dijo nada.

—¿Todo bien? —preguntó Arty al fin—. He oído que ha habido una especie de accidente. ¿Dónde está Charlie?

Jessica bajó la vista y tamborileó con el tenedor en la mesa. John miró al recién llegado a los ojos y sacudió la cabeza. Arty palideció y John miró por la ventana. Con la mirada fija en el cristal sucio y rayado, el aparcamiento se volvió borroso.

—Lo último que me dijo fue... —John apoyó los puños en la mesa—. No me sueltes. —Volvió a girarse hacia la ventana.

—John —susurró Jessica.

—Y no le hice caso. La solté. Y murió sola.

Durante unos segundos se hizo el silencio.

—No me lo puedo creer —dijo Arty, que frunció el ceño—. Justo acabábamos de empezar a salir, ¿sabes?

Jessica no cambió el gesto y John lo miró inexpresivo. Arty titubeó.

—Bueno, quiero decir que estábamos a punto. Creo. Yo le gustaba mucho.

Arty miró a Jessica, que asintió.

—Le gustabas, Arty —dijo.

John volvió a mirar la ventana.

Trilogia de libros de five nights at freddy'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora