XIX. La Danza De Las Almas Perdidas.

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XIX

♦    ♥    ♣


Encontramos un hotel frente a la plaza que vimos al llegar.

Angel se adelantó a subir al piso por el que la recepcionista buscaba nuestra llave del cuarto.

—Aquí tiene. —dice, tendiéndola en mi palma.

Le agradezco. 

Entro al elevador de rejillas, esperando dormir por fin en un lugar tan cómodo, apartado de Alastor.

Tampoco es que niegue haber dormido tranquilo en el regazo de Angel mientras veníamos en el autobus. Esa fue una buena ensoñación, más con las caricias en mi cabeza y escucharlo hablar consigo mismo sin que yo me diera cuenta.

Llegando al piso, Angel me sigue hasta nuestro cuarto.

Él salta a la única maldita cama que hay.

Le dije que era para dos personas. Dos personas.

Lanzó las llaves al mueble de noche, chocando con la lampara que Angel enciende.

Para ser un hotel que por fuera parece viejo, los tapices se ven como nuevos y todo es de color vintage. El armario tiene pliegues por el que se ven los ganchos para la ropa.

Por la ventana, la luz de la luna irradia por la plaza que empieza a llenarse de gente. 

—Podría encontrar un trabajito por aquí —habla Angel, acostado con los brazos y piernas estiradas—. Encontraría un departamento. Estaría tan cómodo fumando en una alcoba, y, mierda, que milagro sería. Si es que el Exterminio no nos acaba.

No me rio con él.

—Esa cara larga está matando mi optimismo —dice—. ¿Qué pasa? Si quieres dormimos de punta a punta, si tienes problema con estar abrazado a mí como perro. Puedes hacerlo si gustas.

Sigo sin reír.

Va conmigo.

—Esto parece una mentira —digo, aflojando los parpados.

—Fuera de todo lo que pasamos, creo que estamos bien. Aquí no hay cámaras, ni tecnología que le importe a Vox, como tú dices. 

—¿Y luego? Sigo siendo un peligro para ti. Tú no sabes de lo que yo soy capaz de hacerte.

—No intentes culparte ahora que me hiciste confiar en ti —presiona un dedo en mi pecho descubierto—. Quiero que mires hacia arriba, Husk.

Lo hago.

Luce sereno.

Tan bello.

—Yo arruine mi vida desde que llegue. Lo único que conocí fue el dolor en el complacer al resto, siento tratado como basura y sin aceptarlo, con planes que no tenían futuro hasta que tú fuiste a mi show con Asmodeo —vuelve a picarme con el dedo, retándome—. Val me había quitado a mi mascota por no seguir sus ordenes. Eso es lo que hacen los Overlords.

Guardo silencio.

—Tú, fuiste uno. Uno que no ha hecho más que darme y darme más. Cosas que no pensé creer. Y siento que, vas a decirme que te irás, que Alastor, y demás, pero yo te conozco. Yo te conozco, Husk. Eres un cascarrabias de cejas grandes, un alcohólico que se la pasa borracho, malhumorado. Viviste mucho y yo no sé que viviste, porque tienes la misma vida aquí que la que tuviste arriba, igual que yo. —continua—. Esta vez, yo quiero más. Más de ti. 

DOMESTICAME - [ HUSKERDUST ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora