XVIII. La Ilusión Que Creaste.

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XVIII

♦   ♣    ♥


Recorrí de la cintura a la vertébra, indiferente ante lo que está en el espejo en barra.

Cabecee como perro regañado, sin tentarme en abrazar lo que el pelaje apenas puede ocultar. 

Era buena idea que Angel cámbiese de atuendo. Nadie sería tan tonto como para no darse cuenta que es parecido a los carteles que promocionan cuánto le cabe. La ventaja es, a esta gente le importa un comino lo que venga del anillo de la soberbia. 

Era mala idea desconsiderarme. Yo igual iba tener que cambiar de prendas, después de salir con aroma a putrefacción de los aposentos de Alastor, una persecución a las alcantarillas y un bar en el que la cerveza se me derramaba por la comisura de los dientes. El problema es poder verme luego de días.  

El collar siempre se refleja.

La cortina del cubículo se abre y salto del susto.

Alzando a taparme usando la punta de la cola.

—Eres tierno cuando haces sonidos de gato —se burla Angel con medio cuerpo dentro, lanzando un par de camisas a la mini-banca.

—¿A caso sabes de espacio personal, imbécil?

Dije lo último casi gritando.

Pellizca mi nariz, yéndose diciendo que soy un cascarrabias y un comentario sobre traseros.

Miro por encima del hombro al espejo. Bajando la vista.

Resoplo.

—¡Te encontré esto para ti, cejotas! 

Vuelvo a brincar del susto, con un bóxer cayendo encima del hocico. 

Lo tiendo con las manos, frunciendo el ceño.

—Estas jodiendo —hago un desdé con la boca, enseñando el colmillo lateral.

—Míralo, tiene los naipes que te gustan. Tiene negro y rojo. Es muy de tu estilo —dice con entusiasmo—. Si te estás tapando, ¿verdad?

Antes de agitar la cola, lo veo con los ojos cerrados, incluso los tres puntos bajo el par se ocultan en líneas delgadas.

—Apúrate que ya llevamos media hora —dice antes de irse, maldiciendo por (creo) haber chocado con la pared. 

De mi estilo. Eh.

Lo que necesito es un pantalón de tirantes sin cortes y una camisa decente que sea todo excepto llamativa. Llevar esto puesto sin que nadie lo vea, sería un capricho que no le cumpliré al arácnido, soy más una burla para él que otra cosa. Esa idea debe de ser correcta.

Caigo contra el cristal, trayendo hacía mí las piernas, intentando cubrir la mayor parte del cuerpo con las alas. Jaló del viejo pantalón de Alastor, tomando la empuñadura de lo que debo de clavarle a Angel. 

Entre las plumas del ala. El sombrero de copa con mi moño de cuello encima, son lo que no siento que le pertenezcan a Alastor. Tampoco siento que le pertenecer a Angel, como hace tiempo empecé a creer, sí, él dejó allí sus huellas. Él dejó esta ropa aquí sabiendo que le pedí no hacerlo, que yo ya había traído un cambio y su ayuda era lo de menos. 

Ya hemos dejado de necesitarnos.

Desee que el tiempo fuese lento. Dejar que lo tuviera conmigo, en su lugar, estuve desperdiciando conversaciones mientras bebía, hasta este instante sigo ebrio con un temperamento alterado por cualquier estupidez. ¿Es eso lo que yo quería mostrarle Angel? ¿Es ese lado suyo frívolo y burlesco lo que es él? 

DOMESTICAME - [ HUSKERDUST ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora