XXVII
♥ ♦ ♣
Al cabo del tiempo, las visitas de Anthony se hicieron más y más prolongadas, debido a su adicción a ciertas drogas y teniendo cercas el departamento, llegó a hospedarse de dos a tres días, a la semana.
El primer día que llegó sin aviso, lo arrope en el sillón, durmiendo en el suelo por la fiebre que presentaba y no se le quitaba por nada, ni por trapos fríos.
Las visitas de Anthony no eran las que entusiasmaban únicamente a Nuggets (ni por lo mimado que lo tenía), también empecé a prepararme cada tanto que venía con aviso, porque las veces que eran inesperadas eran las que preferiblemente deseaba no tener con él. El aroma que emanaba aquellas coyunturas se comportaba tan insoportable que menos aguante le tenía.
Lo sucedido de cada visita se quedó en besos continuos y caricias bajo las ropas. Él se creía el experto pero no tenía una mísera idea de lo que se trataba ser amigos con derechos, y yo tampoco la tenía.
Llegando a su casa marcaba a mi número contando a lujo de detalle cómo y en qué posición se la ponían. No sé si esperaba a que lo alentará a seguir, o qué. Recreaba las escenas implantándome a mí en ellas.
Comprendí que no era normal sentir celos habiendo dejando sentado los términos de la relación. Por esa razón lo invite a la cafetería cercana a su casa, que apenas podía sostenerse y con un techo agujereado, era difícil de entender cómo ponía su adicción de antemano, antes de dar cuidado a su vida.
Las manos me tientan a dejar esta taza descafeinada para ir por contenido alcohólico que me baje la ansiedad. Es el lado tormentoso de la abstinencia: Tu cuerpo continua pidiendo cuando no lo quieres, y te hace desear más, querer más lo que luchas por dejar. Y ya he perdido más veces que apuestas en el póker.
El acceso a comprar cerveza es tan sencillo que me cuesta prestar atención a los demás asientos saturados de gente, con el mío vacío de frente.
Tomo aire, cerrando los ojos.
Estas transpiraciones me erizan los vellos del cuerpo entero.
Anthony no podría tolerar esto. Quiero creer que ya lo experimentó y por eso siguió sin salir de su situación: No tener ataques nerviosos, sudor frío, palpitaciones en los dedos como si no pudieses controlarlos y agitar el pie sin quererlo.
—¿Vienes del trabajo?
Es él. Acomodando mi moño. Tiene sus parpados de rubor oscuro, labios humectados y las mejillas con rubor parcialmente notorio. Se recarga contra el respaldo de la silla, reposando los codos sobre la mesa y esbozando una lobuna sonrisa.
—Tengo una hora de descanso —digo, tocando la pantalla del celular—. Me quedan veinte minutos.
Asiente.
—Ya te hace falta un corte, cariño —desliza el pulgar por mi barbilla.
—Puede que sí.
—Cuéntame, por qué me llamaste.
—Necesito. Necesitamos, mejor dicho. Necesitamos hablar de lo que hacemos —digo con dos dedos abajo.
—Pues podríamos cambiar un poco la dinámica, si sabes a lo que me refiero.
—A lo que quiero llegar, es a esta relación.
Cambia de postura.
—Si quieres meter a otro... —carraspea.
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DOMESTICAME - [ HUSKERDUST ]
FanfictionEl Overlord de las apuestas, Husk, se ha vuelto el demonio más ambicioso del infierno, uno de los más reconocidos por no temerle a nada más que a la correa que le han intentado imponer. Así era hasta la aparición del demonio de la radio, Alastor, un...