DOMESTICAME - [ HUSKERDUST ]

ESPECIAL HALLOWEEN: GOSSIP.

especial de halloween

transcurre luego de los hechos del prologo

G   O   S  S  I    P

¿Cómo cantan los gatos al estar borrachos?

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Recién el casino se ha convertido en mío y los demonios ya han de estar hablando del Casino Hydra. Aquel lord de las apuestas que no ha cesado de entrever a los clientes que llegan, será lenta la aceptación que me tengan luego de despedazarle la cabeza.

No he venido por buenas acciones, ni mucho menos por haber perecido al lado de un patético cuerpo frente al reflejo, de el espejo viejo al que atendía con mis "necesidades". Vine por el mero hecho de aceptar este fatídico y repudio destino.

Mi madre no está aquí, y creí que por sus rezos a mí, podría quizás sacarme de allí, de las puertas del casino al que no estoy listo de abrir sus puertas, luego del Exterminio.

Hasta aquí los abarrotados de poder continúan mitigando a los pobres como yo, pero he sobrevivido por mi afán de apostar y ganar. ¿Saben por qué? 

Yo soy el único amo del póker.

Las puertas dejan que pase.

Las luces se encienden en estridillentes candelabros que rebuscan de fuego, alumbrado a meseros que limpian las mesas y uno de cola emplumada, me recibe con timidez. Le paso las plumas de mi ala por el mentón. 

Paso una pierna entre la otra, meneando la cola junto con la cintura y lanzando cartas bajo las mangas del camisón. El escenario se prende en amarillo, morado y rojo. A su vez, las maquinas y ruletas se encienden con mi mirar.

—¡¿Por qué tan aburrido el ambiente?! Anímense —salto a una mesa con el impulso de las alas. Ya aprendí a usarlas.

De los treinta empleados, diez asienten en traer decoraciones de los dos sótanos. Saliendo y entrando con tiras de guirnalda que cuelgan de candelabro a candelabro. 

Bajo de la mesa que queda en tambaleo.

Enciendo de un tentón, el par de hileras de pinball que sacan pelotas con mi rostro impreso.

Salto del susto, golpeando la ala derecha con una maquina.

—Mimzy, avísame antes de llegar. Por amor a Lucifer —me llevo la mano al corazón.

—¿Qué te trae tan alegre? —alza una ceja.

Bajo al suelo con las patas de puntillas. Le acomodo el cuello de la blusa y le arreglo el acomodo de las plumas del sombrerillo.

—Esta área del infierno es un caos, necesita de alegría para reactivarse. —le digo en una lobuna sonrisa—. ¿Estás triste por Hydra? Tranquila, estará con nosotros en la cena.

Se queda atentada con los dedos en el pecho y el gesto asqueado.

—Te aseguro que prepararon buen festín gracias a él.

—No puedes pasearte así como así. Ya no estás vivo, pero tampoco muerto.

—Escucha, querida.

La encamino del hombro, al escenario.