𝗣𝗛𝗬𝗦𝗜𝗢𝗧𝗛𝗘𝗥𝗔𝗣𝗜𝗦𝗧 | Las incontables deudas de Winter la hicieron aceptar un trabajo como fisioterapeuta para un reconocido beisbolista.
¿El problema? Es que era Kenji Sato.
Y para su mala suerte, no sabía que aceptarlo como su paciente...
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PRÓLOGO ──── ◉ ────
Kenji Sato.
Para muchos, era un chico talentoso en todo su esplendor. Siendo ganador del Guante de Oro y el Bate de Plata, lograba arrasar con todos sus adversarios en cuestión de minutos. Eso sí, jamás había ganado algún campeonato, pero eso no parecía ser impedimento para ser toda una celebridad.
Los chicos lo admiraban. Querían ser su amigo. Querían ser como él. Querían tener sus beneficios y llegar al menos hasta sus talones.
Las chicas babeaban a sus espaldas, ofreciéndose sin pudor alguno a ser una de las afortunadas en pasar al menos una noche con él.
Kenji Sato era un ángel frente al ojo público.
Pero, ¿fuera de él?
Pues a mí me tocó descubrirlo de la peor forma.
Y es que jamás podré olvidar esa noche.
Cuando lo tenía sobre mi, embistiéndome con tanta vehemeracia mientras las paredes de esa lujosa habitación eran testigos de la impureza más grande que fui capaz de cometer en mis veintidós años de vida. Dónde esa cama era el lugar donde él dejaba salir su verdadera personalidad y yo recibía el impacto de forma masoquista.
Sabía que estaba mal, que era algo incorrecto que tarde o temprano acabaría rompiéndome en mil pedazos porque yo no era como él.
Un hombre como Kenji Sato era mucho para una simple chica como yo. Y él me lo dejó muy en claro cuando decidí meterme en dónde no debía: serán mis reglas.
Después de todo, yo solo era su fisioterapeuta.
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