CAPÍTULO VEINTICINCO: Escápate conmigo.
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―Anda, dí que sí, porfis.
―No.
―¡Wiiinteeeerrrr! ―la pelirroja comenzó a hacer rabietas, ganándose un manazo por parte de la rubia.
―¡Ya te dije que no pienso presentarte a alguno de los beisbolistas, Amber!
Era de mañana, no había ni desayunado, estaba llegando tarde por haber tenido que pasar a la farmacia para unas vitaminas para su hermano, y para colmo, su mejor amiga decidió que era buena idea acompañarla al estadio de los Dodgers para conocer a un apuesto deportista.
Y ojo, que a Winter no le molestaba para nada que Amber estuviese con ella, el problema venía en que cuando algo se le metía en su cabecita roja, no se le salía, y aparentemente el querer conocer a alguien apuesto para formar una bonita relación como la de las películas, era su forma ridícula de hacerle perder la paciencia.
―Anda, que es lo menos que me debes por llevarte al trabajo. ―la miró de reojo antes de activar la direccional y girar a la izquierda.
―No, pues, de haber sabido que este sería mi precio, hubiese ido en autobús. ―le dijo con ironía, revisando que en su bolso estuviese todo lo necesario. La pelirroja se saltó un reducidor de velocidad y ambas respingaron sobre sus asientos aún cuando tenían el cinturón puesto,― ¡Amber!
La ojiverde soltó una risita culpable. Duraron en silencio un par de minutos hasta que la pelirroja se detuvo por un semáforo en rojo, aprovechando en girarse tanto como el cinturón de seguridad se le permitía para ver a la de lentes con una sonrisita maliciosa.
―Entonces... ¿vas a decirme que pasó cuando Sato te llevó a su mansión con Leo? ―subió y bajó las cejas con travesura.
La rubia hizo una mueca y rodó sus ojos, pero la sonrisa en sus labios delató la pequeña alegría contenida que yacía dentro de ella al recordar cada instante de ese encuentro.
―¿Qué te hace pensar que pasó algo especial? ―vaciló un poco con tono despreocupado, sin dejar de rebuscar en su bolso aunque ahora lo hacía para no tener que ver los ojos a la ojiverde.
―Vamos, Winter, ya haya pasado algo o no, me lo debes. Mira que me aguanté las ganas de llamarte para saber si te lo cogiste o-...
―¡Amber!
―¿Qué? ―se encogió de hombros, sin importancia.
―Te recuerdo que Kenji nos llevó porque Leo pensó que ese era su regalo. Me ayudó. Eso es todo.
―A mi no me engañas, rubia. ―insistió, entrecerrando sus ojos. La luz pasó a verde e hizo los cambios correspondiente para avanzar, pero no dejó el tema ahí,― Anda, dímelo. Soy tu mejor amiga.
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physiotherapist ; ken sato
Fanfiction𝗣𝗛𝗬𝗦𝗜𝗢𝗧𝗛𝗘𝗥𝗔𝗣𝗜𝗦𝗧 | Las incontables deudas de Winter la hicieron aceptar un trabajo como fisioterapeuta para un reconocido beisbolista. ¿El problema? Es que era Kenji Sato. Y para su mala suerte, no sabía que aceptarlo como su paciente...