❪ 11. convenience store ❫

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CAPÍTULO ONCE;tienda de conveniencia──── ◉ ────

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CAPÍTULO ONCE;
tienda de conveniencia
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                Ken no se presentó a la práctica del día siguiente.

Ni a la otra. Ni a la otra. Ni a la otra.

Y así pasaron los días, las semanas, incontables horas en las que quisiera o no, Winter se preguntaba que demonios había sucedido con él que ya no iba al Estadio.

Hasta que recordó un detalle: él no solía ir. Los mismos compañeros del equipo se lo confirmaron y hasta el entrenador lo repitió tantas veces como pudo para quejarse.

“Ken Sato no es de asistir a los entrenamientos”

Y claro que no podían culparla de estar al pendiente de su ausencia, porque tenía planeado hablar con él después del momento en el armario que sí o sí debía tratarse. No tanto por él, sino por ella, porque necesitaba tener respuestas y aclarar que todo fue un momento llevadero debido a la influencia del alcohol.

O al menos eso era lo que en un principio tenía planeado decir.

Pero la verdad es que, ya fuese una locura muy grande, tenía la esperanza de que al hablar con él, las cosas no cambiaran del todo.

Ujúm, muy loco, ¿no?

Y es que Winter estaba bastante clara de que nada sería normal, pero con el sentir aquello por primera vez le hizo darse cuenta de que habían tantas cosas que no había podido vivir correctamente por culpa de sus responsabilidades. Y no, no se quejaba de ellas, pero admitió que en algún punto, ella no sabía absolutamente nada de lo que las chicas de su edad comúnmente hacían.

Ir de compras, salir con amigos, ir a fiestas...

Tener novio.

La última vez que tuvo algo parecido a eso, fue en la preparatoria. El tipo la engañó con tantas compañeras posibles y aunque le creó bastantes inseguridades, era algo que ya estaba más que superado. Sin embargo, aquel momento Ken Sato la hizo sentir de una manera algo similar a lo que era estar acompañada por alguien de ese estilo. Si, sabía de sobra que él y ella jamás llegarían a esos niveles...

Pero...

Con tan solo recordar la forma en la que llegó a su casa esa noche, con el corazón acelerado y el recuerdo fresco de sus manos encima de ella...

—Oye, Choi.

La muchacha respingó y por poco hizo que la montaña de papeles se derrumbara. Es más, no se tropezó con su propio pie porque la mano del dueño de aquella voz la logró sostener del cuello de la chaqueta de su uniforme.

—Leon. —reconoció y tragó duramente,— Yo-...

—¿Estás buscando matarte con tanto despiste o qué? —la miró de arriba a abajo con su usual gesto de fastidio, deteniéndose en la pila de hojas en sus brazos,— Trae acá.

physiotherapist ; ken sato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora