❪ 09. a drunk girl with strong emotions ❫

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CAPÍTULO NUEVEuna chica ebriacon emociones fuertes──── ◉ ────

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CAPÍTULO NUEVE
una chica ebria
con emociones fuertes
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                El pasillo estaba tan silencioso que si un alfiler caía, se iba a escuchar y hasta con ecos.

La pierna de Winter no dejaba de moverse repetidas veces por la ansiedad que estaba sufriendo en ese momento. Ni siquiera porque se había tomado dos píldoras seguidas de calmantes podía estar tranquila.

—Hija, cálmate. —Nani llegó con otro café extra fuerte para ella.

Y justo al momento de decirlo, la puerta a su lado se abrió y de ella salió una enfermera. La albina se levantó a la velocidad de la luz y ni siquiera se detuvo a corresponderle la sonrisa cuando ya estaba dentro de la habitación donde su hermano yacía sobre la camilla, con una intravenosa en su muñeca y la piel más pálida de lo usual.

—Aquí estoy, campeón. —le susurró pasando uno de sus dedos por su mejilla,— Vas a estar bien.

—Wiwi.

—¿Sí? —contestó, atenta.

—Cuando salga de aquí, me gustaría verte bailar otra vez.

Esa petición la tomó por sorpresa, aunque lo supo disimular con una sonrisa.

—Hace un tiempo que no hago eso. —se intentó negar.

—Es que quiero verte feliz otra vez.

—¿Y quién dice que no soy feliz, Leo? —alzó una ceja con sutileza.

—Tus ojos. —contestó él, ronco,— Nani me dijo que cuando a una persona le brillan los ojos, es porque está muuuuuy feliz, pero yo solo te he visto así cuando bailas. —y como ejemplo, usó sus manitos para abrir sus ojos con exageración.

Winter rió levemente, porque aunque él se encontrara sobre esa camilla y con las energías por los suelos, seguía intentando sacarle una sonrisa. Acarició su rostro una última vez antes de ver a la mayor con una mueca disimulada, levantándose con la excusa de ir al baño.

Y fue entonces que no soportó más y dejó caer su máscara.

Las lágrimas empezaron a brotar sin control alguno, convirtiendo el pequeño baño en un lugar de sollozos y pequeños jadeos que intentaba retener para no alertar a nadie.

Pero era imposible.

Una vez que empezó, no podía parar. El llanto era silencioso, pero dolía tan fuerte que la hizo apoyarse del lavamanos para intentar respirar un poco.

“—Ésto no son solo problemas de tráquea, ¿o si, Doctor?”

Cayó de rodillas y ahogó sus ruidos en la palma de su mano, temblando como si fuese una niña.

“—Es lo que me temía. Leo padece de Embolia Pulmonar”

No era justo.

La vida parecía odiarla.

physiotherapist ; ken sato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora