CAPÍTULO UNO
la llamada que cambió todo
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Los Ángeles, USA.
—Aquí tiene. —le sonrió la muchacha,— Que tenga un lindo día.La señora asintió como respuesta antes de tomar su café y salir del establecimiento, haciendo que la rubia albina relajara sus facciones detrás del mostrador y suspirara.
Al fin, un poco de relajación...
—¡Winter! —exclamó una voz detrás de ella.
Al girarse, se topó con el jefe de la cafetería, el señor Hills. Y no tenía una muy buena cara, que digamos.
—Señor. —y de inmediato intentó ponerse lo más recta posible,— ¿Se le ofrece algo?
—¿Podrías explicarme que hacen los batidores sucios?
Una bofetada mental le hizo cerrar los ojos con frustración. Miró por sobre encima del hombro de su jefe y notó como Theodora, la odiosa hija del hombre, le sonreía con burla y le alzaba un dedo.
Sabía que fue una mala idea confiar en que ella lavaría los utensilios, pero mantuvo la esperanza hasta el final. Aún no entendía por qué esa chica parecía odiarla.
—Lo siento mucho, señor. No volverá a ocurrir. —se apresuró a quitarse el delantal, pero el hombre la detuvo con una simple seña de su mano.
—Con ésta ya son tres veces que olvidas hacer tus tareas. ¿Que demonios te sucede, Choi? ¿Para ésto te pago?
—No, señor.
—Una más. —sentenció el hombre con firmeza,— Una más y estás fuera, ¿comprendes?
Las orejas pálidas de la rubia se pusieron rojas al oír ese ultimátum, asintiendo repetidas veces sin decir nada y siempre manteniendo la mirada agachada. No fue hasta que escuchó el suspiro cansado de su jefe al irse que levantó el mentón y soltó una enorme exhalación de alivio.
No podía permitirse un error más. Si perdía ese empleo, entraría en una crisis y ell no era precisamente buena dominando sus emociones.
Al notar como unos clientes abandonaban una mesa y se iban, la muchacha palmeó sus mejillas y se obligó a cambiar su mentalidad.
«No me van a despedir» se aseguró a si misma mientras recogía los platos sucios de la mesa.
No podía tener ese lujo de permitir que la echaran. Aún si tenía otro empleo en la tienda de conveniencia, los gastos no alcanzarían para pagar los tratamientos de su pequeño hermano y de su abuela.
De tan solo pensar en eso, se le aceleró el corazón.
«No» no debía pensar en eso. Debía ser positiva, al menos lo suficiente para hacerle creer a su conciencia de que todo estaba perfectamente bien.
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physiotherapist ; ken sato
Fanfiction𝗣𝗛𝗬𝗦𝗜𝗢𝗧𝗛𝗘𝗥𝗔𝗣𝗜𝗦𝗧 | Las incontables deudas de Winter la hicieron aceptar un trabajo como fisioterapeuta para un reconocido beisbolista. ¿El problema? Es que era Kenji Sato. Y para su mala suerte, no sabía que aceptarlo como su paciente...