¿Pasó pal otro lao?

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—No sé qué hacer, Tami —dijo en voz baja—. Mi mamá no se merece esto.

—Tú tampoco, nadie se merece eso —le dije

—Ya estoy chato de vivir así. De repente estar bien y que vengan weones a dar vuelta la casa buscando al saco weas de mi papá.

—¿Has hablado con alguien? ¿Con algún amigo, familiar, alguien de confianza? —Negó con la cabeza, algo frustrado.

—Nadie puede hacer nada, Tami. Mi papá tiene a todo el mundo asustao'. Si no es la primera vez que me saca la chucha a mí, que soy su hijo, imagínate lo que le haría a los otros weones.

—Entonces tienes que irte de ahí.

—¿Y a dónde voy? No tengo a dónde ir —dijo pasándose las manos por el pelo—. Sé que mi papi no va a tocar a mi mami, pero resulta que él no le pega, pero le pega otro weón por las weas en las que anda metido él —dijo haciéndose sonar los huesos de las manos.

Tenía los ojos rojos, se notaba que había estado llorando.

—Ya, a ver —dije tratando de ordenar la situación—. ¿De verdad está muerto? —le pregunté, intentando mantener la calma.

—No sé. Se quedó ahí, en el suelo, sin moverse. Y yo... yo salí corriendo. No sabía qué más hacer, Tami —dijo, su voz temblando.

Me levanté, tratando de asimilar la situación. Esto era mucho más grave de lo que había imaginado.

—Lo primero que tenemos que hacer es asegurarnos de que tu papá esté vivo. ¿Puedes llamarlo? ¿Llamar a alguien que esté en tu casa?

Negó con la cabeza.

—No tengo el celular, lo dejé ahí cuando salí corriendo.

—¿Te sabes el número de tu mami? —le pregunté y él asintió

—. Pero ella no estaba en la casa cuando pasó todo —dijo.

—Da igual, tienes que llamarla.

Le pasé mi celular y le marcó.

La puso en altavoz cuando contestó.

—¿Aló? —se escuchó del otro lado del teléfono.

—Ma... mami, ¿cómo está?

—Matías, ¿dónde estás? —la voz de su mamá sonaba preocupada—. Tu papá... lo encontré en el suelo todo sangrado.

El Matías me miró todo paniqueado.

—Mamá, escúchame. ¿Está respirando? ¿Llamaste a una ambulancia?

—Sí, está respirando, la ambulancia ya está en camino. ¿Qué pasó, hijo? —preguntó su mami, con su voz temblando.

—Fue un accidente, mamá. Hablamos cuando llegue la ambulancia. Estoy con la Tami.

—Quédate ahí, te aviso cuando sepa algo más —dijo su mamá, cortando la llamada.

Me devolvió el celular y sus manos temblaban. Me acerqué a él y lo abracé, no quería ni imaginarme lo penca que lo había estado pasando.

Como que quedó en shock porque no me devolvió el abrazo, pero al rato sí lo hizo.

—¿Qué pasa si muere? —caché que estaba llorando porque sentí mi cuello húmedo.

—No digas eso —le dije sobándole la espalda.

Una vez que estuvo más calmado y sobrio, le pasé unas mantas pa' que se quedara en el sillón y justo llamaron a mi celu.

Contesté y caché que era la mami del Matías, así que le pasé el celu al tiro.

Pesao' culiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora