Pesao' culiao

"que weá te parai?"

Ni me pregunten por qué lo hice porque ni yo sé, pero corrí al pasaje y el weón que tenía agarrada a la señora la soltó para ir a agarrarme a mí.

—¡Te digo al toque que mi papá es PDI! —mentí, y el weón frenó en seco y quedó mirando al otro weón que le pegaba al Matías.

—Ándate, pendeja, no te metai' en weas —me dijo uno.

—No me digai' así, perro conchetumare —y hasta yo me sorprendí por mi vocabulario— te aviso que llamé a mi papá hace dos minutos, así que si no te querí' ir en cana no volvai' a wear pa' acá —le advertí.

Y los weones apretaron cachete, se subieron a la moto y se fueron.

La señora se levantó y fue a ver al Matías, que estaba pa' la caga en el piso. Me acerqué a ellos, y la señora me miró con los ojos llenos de gratitud.

—Gracias, mi niña. Si no fuera por ti...

—No se preocupe. Lo importante es que usted y el Matías están bien —le respondí, todavía con la adrenalina corriendo por mis venas.

El Matías trató de levantarse, pero estaba muy golpeado. Me acerqué para ayudarlo a ponerse de pie.

—¿Estai' bien? —le pregunté, notando que estaba pal hoyo. Tenía los brazos todos moreteados y con sangre, el cuello también. La cara era lo que menos le habían podido golpear porque tenía un tajo en la ceja y otro en la mejilla, pero nada más.

Pregunta culia, está la raja fíjate tú, le sacaron la chucha nomás.

—Tenemos que llevarte a un hospital. Estai' pa' la corneta —le dije, tratando de mantener la calma.

La señora asintió, pero el Matías se negó.

—No, yo no voy a ningún lado.

—Pero mira cómo estai' —le dije, intentando que entrara en razón.

—Me quedo aquí nomás. Van a preguntar muchas weas y no pienso contestar nada.

—Pero Mati, tienes que decirles la verdad nomás, si no es tu culpa —le decía la señora.No cachaba de qué hablaban, así que decidí no meterme.

—No, mami, ya le dije que no voy a ir. Entre nomás si ya pasó, déjeme hablar con la Tamara, yo entro al tiro —le dijo el Matías.

Su mamá entró y el Matías sacó su mano de mi hombro y se apoyó en la reja. Iba a decir algo, pero me adelanté.

—No sé en qué wea andarai' metido, pero si querí' a tu mami deberíai' parar la wea. Ya veía que se descompensaba al ver cómo te estaban pegando y ella no podía hacer nada —lo reté.

Me miró de pies a cabeza y se largó a reír.
—¿De qué te reí? —le pregunté, poniendo mis manos en mi cintura.

—Eri' chora, caga' —me respondió.

Me quedé mirándolo, media confundida y media enojada. No entendía cómo podía reírse después de que le habían sacado literal, la conchetumare.

—Weón ponte serio, tu mamá se nota que quedó pal hoyo.

—Si ya estoi' bien oh, no me pasó nada grave —dijo de lo más despreocupado, a pesar de que le corría la sangre por la cara, por el tajo que tenía en la ceja.

—¿En qué chucha andai' metido? ¿por qué te estaban pegando? —le pregunté y la sonrisa que tenía se le borró.

—En nada que te importe.

La brusquedad de su respuesta me dejó pa' dentro. Lo quedé mirando entre sorprendida y enojada, pero él evitó mi mirada, concentrándose en limpiar la sangre que le corría por la cara.

—¿De verdad no me vai' a contar? Después de que te salvé la raja

El tono de su voz se endureció más.

—Mira, gracias por lo de antes, pero hay cosas que es mejor que no las sepas.

Me mordí el labio, queriendo insistir, pero decidí quedarme callada. No lo conocía mucho, y no había confianza para seguir weandolo.

—Bueno, chao —le dije dándome media vuelta para irme a mi casita.

—¿No queri' pasar?

—No gracias, despídeme de tu mami.

Metí mis manos en los bolsillos y continué mi camino.

Cuando llegué a la casa, mi mami estaba en el living hablando por teléfono.

—Gracias, recién llego —dijo antes de cortar.

—¿Dónde estabai'? —me preguntó y corrió a abrazarme.

—Le estaban pegando a un loco del liceo y me metí —le conté.

—Pero Tamara, te podría haber pasado algo —me dijo preocupada.

—Sí sé mami, pero tampoco podía quedarme de brazos cruzados, le estaban dando como tarro al pobre.

—¿Y el Bastián? —preguntó.

—Me dejó como a mitad de camino, porque parece que su abuela cayó al hospital —le conté.

Saqué el celular, para avisarle que ya había llegado, pero cuando prendí el celular tenía 37 llamadas perdidas de mi mami y 23 del Bastián.

Lo llamé altiro.

—¿Alo? ¿Estai' bien Tami?

—Sí, sí es que pasó una weá, pero no importa, después te contaré... ¿Cómo está tu mami?

—Me tenías preocupado Tamara.

—Perdón Basti, no quise preocuparte... pero ya po' cuéntame cómo está tu mami.

Seguimos hablando, hasta que al parecer se metieron a un túnel porque se cortó la señal.Había decidido no contarle sobre lo del Matías todavía, porque sabía cómo se podía poner. Y no quería ponerlo más mal de lo que estaba, considerando lo de su abuela. Planeaba contarle todo cuando volviera.

Cuando colgué, me quedé pensando en todo lo que había pasado. No podía sacarme de la cabeza la imagen del Matías, todo golpeado. Suspiré, tratando de quitarme la sensación de preocupación que me invadía, y me dirigí a la cocina.

—Tengo hambre mami.

—Saca algo del refri po' hija—Me contestó, y me serví cereal con leche.

Me senté y empecé a comer en silencio. Mi mamá me observaba, claramente preocupada.

—Tamara, no quiero que te pongas en peligro otra vez. Yo entiendo que quieras ayudar, pero tú no sabes si el otro weón va andar con alguna weá que pueda hacerte daño —dijo con suavidad.

—Si sé, mami. Pero no podía quedarme de brazos cruzados—respondí, mirando el plato.

Ella suspiró, y se sentó a mi lado.

—Prométeme que tendrás más cuidado.

—Te lo prometo, mami —dije, y me incliné para darle un beso en la mejilla.

Mi mamá me dio un beso en la frente y se fue a terminar de ordenar la cocina. Mientras, yo seguía pensando en el Matías. No podía quitarme de la cabeza los gritos de terror de su mamá.

En un momento me llegué a sentir hasta culpable por estar pensando en el Matías y no en el Bastián, así que decidí dormirme.

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en que creen q anda metido el Matías¿

Recuerden la estrellita y seguirme!

esop, besos en el poto

M.M