Lo miré fijo, tratando de ver en sus ojos si realmente iba a hacer algo al respecto o si solo estaba diciendo eso para que dejara de reclamar. Quería creerle, pero la rabia me tenía el pecho apretado.
—Tami eri' lo más importante pa' mí —me dijo, acercándose otra vez.
Quise creerle, de verdad que sí. Me encantaba cuando era cariñoso, cuando decía esas cosas, pero al mismo tiempo no quería que fuera solo un parche. Sentía que merecía que me defendiera de la gente que hablaba mal de mí, sin tener que pedírselo.
—¿Y la Anaís? ¿Qué vas a hacer con ella? —pregunté.
El Basti me miró un segundo y asintió.
—Voy a hablar con ella, te lo prometo. Si sigue hablando weás, le paro el carro. Pero porfa... no te vayas así —dijo, con un tono que, si bien sonaba sincero, tenía ese toque de urgencia que me hacía dudar.
Suspiré, tratando de calmarme un poco.
—Ya bueno... pero en serio, Bastián. No quiero que me vuelvas a dejar en esa posición. —dije, mirando hacia otro lado.
Él me abrazó, y por un momento me permití relajarme en sus brazos, aunque una parte de mí seguía con la duda.
—Te amo, Tami, en serio. Solo quiero que estemos bien —me susurró al oído, con ese tono suave que siempre me hacía sentir especial.
Me quedé en silencio, sintiendo cómo el nudo en mi estómago se aflojaba un poco. Pero una parte de mí no podía dejar de pensar en que, si bien él decía esas cosas bonitas, las acciones eran lo que realmente importaba.
Nos quedamos abrazados un rato, en silencio, hasta que sentí que el pecho me aflojaba un poco. El Basti me hacía nanai' en el pelo, y aunque yo quería dejar de pensar en todo, las palabras de la Anaís me seguían dando rabia.
—¿En qué pensai'? —me preguntó, mirándome con esos ojos que parecían adivinarme.
—En nada... en lo mismo, supongo —le respondí, suspirando—. Es que igual me molesta esa wea, Bastián. No sé cómo no cachai' que esa mina no me soporta.
Él hizo una mueca, como si estuviera cansado del tema, pero me miró serio.
—Te prometí que voy a hablar con ella. Y lo voy a hacer—dijo, tratando de convencerme.
Me dio un beso, pero no se lo seguí.
—¿Ya no me amai'? Ya nomás—Dijo fingiendo estar dolido.
Le sonreí a medias, un poco de la rabia se me estaba yendo, pero todavía quería mantenerme firme.
—No es eso, tonto. Solo... quiero que esta vez sea de verdad, que no sea una promesa más, ¿me entendí?
Él asintió, esta vez sin perderme la mirada. Era raro ver al Basti tan serio, sin su sonrisita de siempre o esa chispa traviesa en los ojos.
—Tami, sé que soy pavo pa' algunas weás, y capaz no me he dado cuenta de cómo te afecta. Pero si me decí' que algo te duele, yo voy a hacer lo que sea pa' que no te sientai' así —me tomó las manos, entrelazando sus dedos con los míos—. No quiero que te quedí' con dudas. Voy a hacer las cosas bien.
Sentí un calorcito en el pecho al escucharlo. Quizás, solo quizás, esta vez lo decía en serio.
—Más te vale —dije, tratando de mantener la seriedad, aunque ya notaba que la sonrisa me traicionaba.
Él soltó una risita y, sin avisar, me tiró hacia él, levantándome en un abrazo fuerte. Atrapada entre sus brazos, escuché cómo me susurraba:
—¿Te puedo dar un beso ahora o todavía estoy castigao'?
—Ya... pero solo uno —le dije, tratando de ponerme seria, pero apenas me miró con esos ojos brillantes, no pude aguantar la risa.
Y él, coqueto como siempre, acercó su cara lentamente, como para que sintiera cada segundo, hasta que al final nuestros labios se juntaron en un beso suave.
Cuando nos separamos, él me sonrió, de ese modo tan suyo.
El Basti se quedó mirándome con esa sonrisa pícara que tiene, y de repente le brillaron los ojos como si se le hubiera prendido la ampolleta.
—¿Y si vamos a azotar las baldosas? —dijo, soltándome las manos pero sin quitarme la mirada de encima.
Lo quede mirando confundida —¿Qué es eso Basti?
—A bailar po' Tami.
—¿A bailar? ¿Dónde, si ni siquiera nos dejan entrar a una disco? —le respondí, levantando una ceja, media desconfiada.
Se rió, como si le hubiera dicho la tontera más grande.
—Ya tengo todo solucionado... vamos a la disco del Amaro. Ahí no webean con la edad, si ya nos cachan y nos dejan pasar. Y si no... —se encogió de hombros—, ¿pasamos a la fuerza?
¿Desde cuando el Amaro tenía disco?
Lo miré, tratando de parecer seria, aunque me hacía reír que pensara que solo porque conocía al Amaro podíamos entrar sin drama.
—¿Estái seguro? No quiero que después nos miren feo y nos echen—le dije, haciéndome la difícil, pero ya con la idea gustándome un poco.
Puso cara de ofendido, llevándose la mano al pecho, todo exagerado.
—¿Cómo no nos van a dejar entrar si ya me conocen?Además no creo que los guardias dejen afuera a la media mina que voy a llevar —me dijo con un guiño coqueto.
Sentí mis mejillas arder, aunque traté de disimularlo. Me ponía nerviosa cuando me tiraba tantas flores.
Suspiré, haciéndome la que lo pensaba, aunque ya me tenía convencida.
—Ya, pero solo porque me lo pediste bonito —le dije, tratando de mantener la pose.
Él soltó un grito de victoria y partió a buscar un parlante. Cuando volvió puso guaracha a todo volumen poco menos como si ya estuviéramos en la disco. Empezó a bailar tirándome miradas coquetas y haciéndome reír con sus pasos prohibidos. Al rato, escuché los pasos de la tía Marta bajando las escaleras.
—¡Bastián! ¡Bajale el volumen!—dijo enojada, cruzándose de brazos.
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Hola de nuevo¡
me motivé y les escribí este cap, espero q les haya gustada <3
Si es así, no olviden dejar la estrellita ya q me ayuda harto
Nota: bbs podrían ir a ver el comunicado q esta en mi perfil? necesito de su ayuda
Besossss
M.M
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Pesao' culiao
RomanceLa Tamara llega a vivir por una semana a la casa del weón que le caía mal cuando chica, el Bastián. Claramente los años pasaron y con ello ambos crecieron y se desarrollaron. ¿Cómo se llevarán luego de no haberse visto en 7 años?