Pesao' culiao

Es narco

—¡A ver, se me calman los dos weones! ¡Matías, andate pa' tu casa, mañana hablamos! ¡Y vo'! —dije refiriéndome al Bastián— ¡Te vai' conmigo!

El Matías me quedó mirando medio... ¿dolido? Pero accedió, no sin antes darme un beso en la mejilla, tomándome por sorpresa y causando que el Bastián lo agarrara de la polera.

—¡A ver! ¿Qué está pasando ahí? —los retó la inspectora.

—Nada, tía, ¿cierto, Basti? —Lo agarré del brazo, intentando que soltara al Matías, pero no me pescó.

—Ya po', pégame —le dijo el Matías, golpeándose la mejilla e intentando provocarlo.

—Bastián, vámonos —le dije, esta vez más enojada.

—No te pego porque ya tení' la cara toa' machucá' y me dai' pena,malaya conchetumare —y lo soltó con fuerza, causando que el Matías casi se cayera. Pero él estaba de lo más calmado, es más, estaba cagao de la risa.

El Bastián me tomó de la mano y comenzamos a caminar en silencio hasta que decidí hablar.

—No sé pa' qué la otra weona te manda weás —dije molesta.

—Porque es mi amiga y vio algo raro.

—Sí, po', tu amiga —rodeé los ojos—. La weona lo hace con malas intenciones. ¿No viste cómo se te colgó del cuello el otro día? ¿Y ahora llega y te manda esa wea? Siendo que estábamos hablando nomás y fui yo la que se acercó a hablarle al Matías, no él a mí —dije.

—No me weí', Tami. ¿Por qué?

—Porque al weón le sacaron la conchetumare el otro día y yo vi todo. Quería saber si estaba mejor, si al pobre weón le dieron como tarro. Hubieras escuchado cómo gritaba su mamá intentando defenderlo —dije, recordando la weá.

El Bastián se quedó en silencio, procesando lo que le había contado, hasta que finalmente habló:

—¿Estai' bien? ¿Te hicieron algo a ti? —me preguntó.

—Sí, Basti, estoy bien —dije, sintiéndome un poco mejor—. Me tuve que hacer pasar por hija de PDI pa' asustar a los weones —dije riéndome.

Se pasó las manos por el pelo, medio preocupado.

—Tiene que tener más cuidado, te podría haber pasado algo —dijo, tomándome de la cintura.

—Pero no me pasó nada, estoy bien.

—¿Por qué no me contaste antes?

—Porque ya estabai' preocupado por tu abuela y sabía que te ibai' a enojar si la weá involucraba al Matías —respondí, encogiéndome de hombros.

El Bastián suspiró, mirándome con una mezcla de preocupación y alivio.

—Igual, Tami, no quiero que te pongai' en peligro por ayudar a otros, menos a ese weón. Te necesito aquí, conmigo —dijo, suavizando su voz.

Asentí, comprendiendo su punto.

—Sí, sé, Basti. Pero no podía quedarme sin hacer nada. Ver cómo le pegaban al Matías fue cuático. No podía llegar y pasar de largo, mientras la mamá gritaba desesperada —le expliqué.

—Te entiendo, pero para la otra ten más cuidado. Si te hubiera pasado algo, le habría ido a dar vuelta la casa al culiao y no hubiese estado ni ahí que después el narco de su papá me hubiese mandando a buscar —dijo, tomándome de la cara para darme un beso, pero cuando me iba a dar el beso le pregunté;

—¿El papá del Matías es narco? 

—Sí, po' Tami, todos lo saben —dijo él, de lo más normal.

Ahora todo calzaba un poco más con la sacá de chucha. Si su papá era narco, capaz en qué wea andaba metido el Matías.

Seguimos caminando hasta que llegamos a la plaza que está cerca de mi casa y ahí nos sentamos un ratito en el pasto.

Al parecer, el Basti me cachó media pensativa.

—¿En qué piensas?

—En el Matías —dije con un poco de desconfianza en que se fuera a enojar—. Capaz en qué weá andaba metido y por eso le sacaron la chucha —dije.

—¡No me rechací' el beso!— Me reclamó— Pero no sé en weas andará metido Tami, por eso y más weas no me gusta que el weón esté tan cerca tuyo —dijo, agarrándome del mentón y dándome el beso.

—Dime que eri' celoso nomás, oh —lo molesté.

—Pa' qué, po', si es verdad —se rió y se acostó en el pasto. Yo hice lo mismo y me abrazó, escondiendo su cara en mi cuello—. Me gustai' más que la chucha, Tamara Poblete —me dijo y me dio un beso en el cuello.

—Y tú a mí, Basti —le respondí—. Pero no me di' besos en el cuello que me transformo en ninfómana y estamos en la calle —dije riéndome.

—¿Y cuál es el problema?— Me preguntó mirándome con maldad.

Estábamos en la nuestra cuando sentimos un bocinazo.

—Están en la calle, no en un motel —nos dijo mi mami, bajando el vidrio del auto.

Rápidamente me quité al Basti de encima y me senté, haciéndome la weona.

—Ts, pa' la otra pégame un combo también —dijo el Basti, con una mezcla de risa y resignación.

—Perdón —dije, medio avergonzada, mientras me levantaba y caminaba hacia el auto.

Mi mamá nos miró con una ceja levantada, claramente divertida con la situación.

—Ya, vayanse pa' la casa, yo tengo una entrevista de trabajo así que a la vuelta tomamos once— Dijo hechando a andar el auto.—Y tu cuidadito, que te tengo vigilado— Le dijo al Basti.

Y el solo se rió y mi mami se fue.

—Tenemos casa sola entonces— Dijo con con una expresión perversa y me pegó en el poto.

—¡Bastián! —lo reté, medio en broma y medio en serio, mientras le daba un empujón.

—¿Qué? ¿No querí' aprovechar que tenemos la casa sola? —me dijo, con una sonrisa traviesa.

—Sí, pero no te pongai' tan fresco —le respondí, tratando de sonar seria, pero con una sonrisa que no pude esconder.

Entramos a la casa y cerré la puerta tras nosotros. El Bastián me tomó de la cintura y me dio un beso suave.

—¿Veamos una película?—le pregunté, intentando suavizar el ambiente.

—Bueno.

—Tu elegiste la otra vez así que ahora me toca a mi— Me fui a sentar al living  y puse "La idea de ti".

Si, lo admito, me gustaban las películas de romance cliché.

La película comenzó y el Bastián parecía interesado. Aunque su atención no tardó en desviarse nuevamente hacia mí. Sentí su mano acariciando mi brazo y sus labios rozando mi cuello. Traté de concentrarme en la película, pero la verdad es que me gustaba mucho más la atención que él me estaba dando.

—Basti, deja de distraerme —dije, intentando sonar seria pero sin lograrlo del todo.

—Es que estai' entera rica—respondió, besándome suavemente—. Me gustai' caleta.

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M.M