Están matando a un weón

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—Bien po' pero creo que la otra vez te dije que no me gusta que un desconocido me toque—le respondí, sacando su brazo.

El Matías se rió como si mi comentario fuera una broma.

—Tranquila, pulga aventurera—me dijo levantando ambos brazos.

El Bastián lo miraba con una cara de hoyo que no se la podía, y noté que la tensión aumentaba.

—No me digai' así, además, ¿no deberías estar en tu sala? —le pregunté, intentando desviar la atención.

—Sí, sí, pero quería saludarte—respondió, sin inmutarse por la mirada de Bastián.

—Ya po' chiquillos, entren. Las clases comenzaron hace 15 minutos y ustedes todavía están aquí afuera—nos interrumpió la inspectora.

El Matías me miró de pies a cabeza y me tiró un beso antes de entrar. Mientras, el Bastián se pasaba una mano por el pelo, visiblemente frustrado.

—Basti, cálmate.

—Sí, pero ¿viste cómo se te acercó? —respondió molesto.

—Ya te dije que sé poner límites. Además, no tiene nada de malo que me salude.

—No es solo eso, Tami —insistió—. Ese weón está buscando algo más.

—Pero eso no significa que yo le vaya a dar la pasada. ¿Confías en mí? —le pregunté.

—Sí.

—Ya po', entonces todo bien—le dije antes de darle un beso en la mejilla y entrar al liceo.

Nos fuimos a nuestra sala, y al entrar cachamos que el que habíamos designado como "nuestro puesto" estaba ocupado por el Matías y otro weón más que no sé quién era.

—¿Y este qué chucha hace aquí? —preguntó el Bastián para sí mismo.

—No sé, pero podemos sentarnos en otro lado—le dije.

—Pero si el weón no va ni aquí—dijo molesto.

—¿Vas a empezar de nuevo? Sentémonos en otro lado nomás.

Pero mirando bien cachamos que no habían más puestos juntos, así que tuvimos que sentarnos separados.

Las clases pasaron con normalidad hasta que la profe empezó a pasar lista y cachó que el Matías y su amigo no eran de este curso.

—Matías y Nicolás, váyanse a su curso, si no quieren irse a inspectoría—les dijo la profe.

—Ah, pero profe, si no molestamos—se quejó el Matías.

—¡Fuera!—volvió a repetir la profe cruzándose de brazos.

Se fueron y la clase continuó.

Cuando tocaron para salir a recreo, aprovechamos de cambiarnos a nuestro puesto y el Bastián y el Esteban fueron a comprar. Mientras, yo me maquillaba ya que tenía pura cara de culo.

—¿Cómo estai' po? —la Feña venía llegando atrasada.

La saludé y continué maquillándome. Estaba terminando cuando la Anaís entró a la sala junto a una niña. Saludó a la pura Feña y se fue a hablar con otra niña que estaba en la sala.

Yo quedé mirándola modo "¿y esta qué se cree?" y seguí en lo mío.

El Basti volvió lleno de weás, traía como 3 panes, 1 queque, 1 tarro de papas fritas, 1 jugo, 1 agua mineral, una torta en vaso y un queque.

—Pa' la reina—me dijo dejando el tarro de papas, el queque y el café en mi lado de la mesa.—Y

pal rey—dejó todo lo demás en su mesa.

Pesao' culiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora