¿Patas negras?

957 44 2
                                    

Al día siguiente en el liceo, todo parecía normal, pero yo no podía dejar de buscar al Matías con la mirada. Cuando lo vi, me acerqué altiro. Estaba con su grupo de amigos.

—Matías, ¿podemos hablar?

Sus amigos nos quedaron mirando, pero él asintió y me siguió hasta un rincón.

—¿Qué querí' ahora? —me preguntó, un poco a la defensiva.

—Nada, solo quería saber cómo estai' —le respondí.

Se pasó una mano por el pelo.

—Estoy bien, de verdad. No tení' que preocuparte por mí.

—Es difícil no preocuparse cuando tení' la cara machucá' —le dije, señalando las heridas de su cara—. Pero si no me querí' contar nada, está bien. Solo quería saber si estai' bien.

El Matías me miró por un momento, como si estuviera considerando decirme algo, pero luego negó con la cabeza.

—Mira las vueltas de la vida, de primera era yo quien andaba detrás tuyo weándote y ahora es al revés —dijo intentando cambiar el tema.

—Sí, pero tú lo haces para molestar al Basti, yo lo hago porque vi cómo te sacaban la chucha y quedé como traumá —le respondí.

—¿Y quién dijo que lo hacía pa' molestar a tu pollolo? —Me preguntó enarcando una ceja.

—No le digai' así.—Me cruce de brazos— ¿Entonces por qué lo hacías?

El Matías se quedó en silencio un momento, como si estuviera pensando en su respuesta. Luego se encogió de hombros y me miró directo a los ojos.

—Porque te encuentro mina.

La verdad es que no me esperaba esa respuesta.

—¿Me estai' weando? —le pregunté, todavía incrédula.

—No, Tamara, te estoy diciendo la verdad —respondió, serio—. Y te digo altoque que por vo' soy capaz de pintarme las patas —dijo pegándome una sonrisa.

Me quedé en silencio, no supe cómo reaccionar.

Él me dedicó esa sonrisa medio coqueta que tenía y agregó:

—Pero tranqui, no espero nada a cambio. Solo quería que lo supierai' —dio media vuelta y volvió con su grupo de amigos.

Volví a la sala y me senté en mi lugar, todavía con la cabeza dándome vueltas. La Feña, que estaba sentada a mi lado, me interrogó altiro.

—¿Qué onda, Tamara? ¿Por qué estabai' hablando con el Matías?

¿Y cómo chucha sabía eso?

—No me mires así, yo me entero de todo —dijo mirándose las uñas.

—Nada, Feña, tranqui —le respondí, tratando de sonar despreocupada, aunque por dentro tenía la media ensala' de emociones.

—¡No me vengai' con weás! —insistió, cruzándose de brazos y mirándome fijamente—. Te vi hablando con el Matías y luego vi cómo te quedaste pegá mirándolo cuando se fue.

Suspiré, sabiendo que no me iba a dejar tranquila hasta que le contara. Además, necesitaba desahogarme con alguien.

—Ayer le pasó una weá y yo lo "ayudé" —dije haciendo comillas con los dedos—. La cosa es que solo quería preguntarle algo. Pero una cosa llevó a la otra y me terminó diciendo que no le importaba pintarse las patas por mí.

La Feña casi se atraganta con su chicle.

—¿¡Qué!? —exclamó, ahogándose un poco antes de tragarse el chicle—. ¿El Matías te dijo eso?

—Sí, po.

—Ese weón siempre ha sido fallao', pero esto ya es otro nivel —dijo la Feña, todavía en shock—. ¿Y tú qué sentí'?

—¿Por él?

La Feña asintió.

—La verdad es que nada, me da pena. ¿Viste como andaba?

—Sí, weón, parece que le pasó un camión encima.

No quise contarle sobre la sacá' de chucha que le habían dado, así que me quedé callada.

Las clases pasaron y cuando tocaron el último timbre, comencé a guardar mis cosas en la mochila para irme. La Feña que me estaba esperando en una comenzó a toser tanto que dirigí mi mirada a ella.

Cuando la vi, caché que realmente estaba fingiendo, era pa' que me diera cuenta que el Matías estaba en la entrada de la sala.

—Bueno, yo... me voy al baño —dijo saliendo.

El se acercó, y por un momento, solo nos quedamos mirándonos.

—Tamara —dijo finalmente, rascándose la parte de atrás de la cabeza—, ¿te puedo ir a dejar a tu casa?

—Matías, no sé a qué viene esto, pero... —me interrumpió—

—¿Querí' saber por qué me pegaron? —me preguntó.

Me quedé en silencio, hasta que finalmente guardé mi último cuaderno y le dije:

—Vamos.

Lo que no me esperaba era que, al salir del liceo, el Bastián iba a estar esperándome y, al verme con el Matías, se le oscureció la mirada.

Me saludó con una sonrisa media forzada y corrí hacia él, dejando al Matías atrás.

—¿Cómo está tu abuela? —le pregunté, abrazándolo.

—Mejor, gracias. Fue solo un susto, pero está bien —respondió, devolviéndome el abrazo—. Mi mami se quedó con ella.

Caché que estaba medio raro.

—¿Te pasa algo?

—Me mandaron una foto —dijo, sacando su celular.

¿Qué weá? ¿Le mandaron nudes? ¿Cómo que una foto?

Me pasó su celular y era una foto donde estábamos el Matías y yo hablando en el patio. Miré el usuario y sorpresa, perra. Adivinen quién le había mandado la foto: Anaiis.Mvrtinezz.

—No sé qué pensar, Tamara. Me mandan la foto y ahora te veo saliendo junto con este weón —dijo mirando al Matías, que estaba atrás mío.

—Bastián, no es lo que pensai'. ¿Cierto, Matías? —pero él ni se molestó en apoyarme, en cambio, se encogió de hombros y le sonrió de forma burlona al Basti.

El Basti se notaba a kilómetros que quería puro chantarle el combo en el hocico, pero se contenía.

—Entonces... ¿vamos? —me preguntó el Matías.

—¿Qué weá? ¿Te vas con él?

—Sí. ¿Por qué? ¿Algún problema? —le respondió el Matías con una sonrisa ladina.

El Bastián se estaba acercando mucho al Matías, causando que me pusiera nerviosa. No quería que la weá terminara en pelea.

───── ⋆💌⋆ ─────

¿Dudas?

¿Criticas?

¿Sugerencia?

¡No olviden dejar la estrellita! 💗

Tengan una buena semana <3

M.M

Pesao' culiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora