Una Tami curá

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Debo admitir que al principio me sorprendí, pero se lo seguí.

Sus labios eran suaves y su beso intenso. Sentí un cosquilleo recorriéndome el cuerpo. Aunque la situación me tomó por sorpresa, no quería que parara.

Finalmente, nos separamos, ambos respirando con dificultad. Nos quedamos mirándonos, sin saber qué decir.

Nuestro momento fue interrumpido por el Amaro.

—¡Grande, mi sangrecita, mi coágulo, mi hemorroide, mi riñón, mi pulmón! —dijo, y le dio un beso en la cabeza al Bastián antes de sentarse entre nosotros.

Estaba caga' de la risa, mientras que el Bastián lo miraba como si quisiera matarlo.

—Wena, mi mana chica, te veiai' tan pio...—El Amaro no alcanzó a terminar la oración porque justo llegó la Clau.

—¡Amaro! No seai' mata pasiones —dijo la Claudia, agarrándolo del brazo y llevándoselo.

Volvimos a quedarnos en silencio, y los nervios empezaron a surgir en mí.

—¿Van a jugar a la cultura chupística?— Preguntó la Feña, que venía saliendo de la cocina con una botella de pisco.

—¿Vamos?— Me preguntó el Basti.

Asentí, y me ofreció su mano para ayudarme a levantarme. Lo que no me esperaba, era que no nos soltamos y llegamos de la mano al quincho.

Los chiquillos nos miraron, pero no dijeron nada. Estaba tan metida en mis pensamientos que no me di cuenta de que la Anaís estaba allí junto a una mina y un mino que no conocía.

Los saludé a los tres de lejos y el Bastián hizo lo mismo.

Nos pusimos de acuerdo con el orden y empezamos a jugar. Hasta ese momento no había tenido que tomar, hasta que una pregunta me cagó.

—Nombra 3 países con la Z— Dijo la Claudia, que tenía el celular con el juego.

—Zambia... Zambia y...

CONCHETUMARE PREGUNTA CULIA

—5, 4, 3...—  La Anaís comenzó a contar causando que entrara en desesperación—2, 1, ya, toma.

Tomé y conchetumare que estaba mala la wea, para el colmo el vaso tenía pisco y una tapita de Coca Cola "pal color", había dicho el Amaro.

Seguimos jugando y después de mí tuvieron que beber el Esteban, la amiga de la Anaís y la Feña. Hasta que volvió mi turno.

—¿En qué país están las ruinas de Petra?— Preguntó la Clau.

—¿Qué chucha es eso?

—5, 4— La Anaís volvió a contar.

—No weí po' Anaís, si recién le hicieron la pregunta— Me defendió la Feña.

—Ya era, pásenme el vaso — Dije rendida.

Tomé y seguimos jugando. El Bastián solo había tenido que tomar dos veces, mientras que a mí me tocaban las preguntas más difíciles, y ya empezaba a ver ocho dedos en una mano.

—Tamara, te toca — Me habló la Anaís, haciendo que volviera a prestar atención al juego, luego de haber estado fija mirando el vaso.

—No, la Tami ya no va a jugar más— Habló el Bastián.

—Sí, mejor juguemos a otra cosa— Lo apoyó la Clau.

Me levanté con la intención de ir a buscar un polerón, ya que me estaba cagando de frío y casi me saco la chucha, menos mal que la Feña y el Esteban me agarraron.

Pesao' culiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora