CAPULLO (52)
- ¡No tiene ningún derecho de mandarme en mi propia casa! - levantó la voz olvidando con quien estaba tratando.
La miró sentándose en uno de sus sillones y cruzó una pierna. La miró intimidándola por unos minutos.
- Lo único que quiero son respuestas.
- No voy a dárselas - le anunció levantando la barbilla en un gesto de orgullo - y es mejor que lo entienda, así que no hay necesidad de que tenga que abrumarme con su presencia.
- ¿Te abrumo?
Anna apartó los ojos de él sonrojada. Se mordió un labio molesta consigo misma por sus palabras.
- Usted sabe muy bien lo que hace - intentó levantarse, pero 'Akil se lo impidió con sólo mirarla.
¡Oh Dios! Jadeo en silencio. Ese hombre no iba a rendirse hasta esprimir la ultima gota de su vida, sin embargo ella no tenia la intención de hablar. Su pasado no era algo que sirviera para entretener a un príncipe aburrido que trabajaba tan sólo para ayudar a un amigo.
Cruzó los brazos y dejó que sus ojos se pasearan por las paredes y el viejo tapiz que por años había pensado en cambiar.
- ¿Y bien?
Anna le miró levantando los hombros esbeltos bajo la seda de su bata.
- ¿Estaremos así todo el día?
- Si ya se ha aburrido ya sabe donde esta la puerta - sus ojos viajaron a el marco de la puerta destrozado -, ¡Oh lo olvidé!, la ha derrumbado, así que no habrá mucho problema en salir de mi casa. Un trabajo menos para sus sirvientes.
'Akil frunció los labios denotando molestia, pero de pronto ese resto cambio radicalmente a una sonrisa peligrosa y sugestiva.
- Anna querida - movió la cabeza -, no estoy aburrido en absoluto. Soy un hombre que tiene la paciencia de un hombre sabio. Está mañana has abierto mi curiosidad y nunca he parado hasta saciar la necesidad de comprender en este momento a una mujer como tu.
- No tengo nada que decirle a usted príncipe 'Akil - se levantó del sillón y cruzó los brazos -. Está perdiendo su tiempo y el mio. Ahora me gustaría que arreglaran mi puerta, está haciendo demasiado frío y como puede ver no estoy vestida para este clima invernal.
Los ojos oscuros de 'Akil se deslizaron por la figura esbelta de su secretaria provisional. Definitivamente era un mujer muy atractiva; su cabello rubio caía alborotado sobre sus hombros. Por un momento la imaginó sobre sus sabanas rojas de seda pura levantando los brazos para acercarlo a su cuerpo dispuesto, listo para él. Inclinó las cejas pensando en que alguna vez otro hombre la hubiese tenido en su cama.
- Esperaré aquí.
- ¿Disculpe? - le miró interrogante.
- Ve a vestirte apropiadamente - le ordenó con calma -, yo esperaré a aquí. Mis hombres ya tienen ordenes para arreglar tu puerta.
- No es necesario - replicó molesta -, yo arreglaré que alguien venga a poner la puerta, lo que quiero es que se vaya con todo su séquito.
Unos sonidos salieron de su boca mientras movía la cabeza.
- Estoy aquí en busca de respuestas y no voy a irme sin satisfacer cada una de ellas.
- ¡Maldición!
Anna fue hacia su habitación estaba congelada por el frío que entraba libremente por la puerta. Cerró la puerta de su habitación de golpe y se recargó en ella enojada por la actitud del aristócrata árabe.
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DEMONIO DEL DESIERTO
Romance2da. parte de la Bestia y la bella escrita al par con la misma novela. A partir del capítulo 45.