CAPITULO 40

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UN REENCUENTRO (77)

'Akil acomodó por tercera vez la corbata de moño y miró el reloj; Max estaba en ese momento con la Baronesa hablando, por primera vez en su vida estaba nervioso por él y no era el mismo sentimiento que tuvo cuando el accidente, ahora era distinto. Su amigo estaba a punto de usar su ultima oportunidad para estar con la mujer que amaba.

Guardó sus manos en loa bolsillos de su pantalón y miró el pequeño jardín de la casa que el reverendo les había facilitado como un favor para arreglarse antes de la ceremonia. Las rosas le llevaron hasta otro jardín, hasta otra persona que se había mantenido alejada de él. Bajó la cabeza sintiéndose extrañamente derrotado, no fue capaz de cambiar nada de sí mismo mientras estuvo con ella, siempre se mantuvo leal a su manera de pensar, a lo que nunca se permitió dejar atrás a pesar de las palabras de su padre; a pesar de que se había convertido en un adulto que se creía maduro y centrado en sus actos. Y eso le había llevado a acabar con la relación más excitante que nunca tuvo con otra mujer.

Ninguna de sus ex amantes fue como ella, ninguna. Todas ellas querían algo de él. Sobresalir, ser vistas, sacar algo de él como si se vendieran para que las colmara de una lujosa vida y costosos regalos. Aquellas habían sido entregas falsas con propósitos escondidos; ellas eran como alguna vez lo había sido su madre. Movió la cabeza ¡Era un enfermo! Gruñó molesto consigo mismo e intentó buscar una justificación ante lo que era evidente para él mismo. Toda la vida había estado buscando a esa mujer superficial, egoísta y llena de vanidad y avaricia para poder tratarla como ella lo merecía, entonces se tropezó con Anna, una mujer diferente y la trató igual que a las otras.

¡Maldición! Los remordimientos le impedían dormir por las noches junto con los recuerdos de Anna en su cama revolviendo las sabanas mientras se hundía en su cuerpo. Un gemido salió de sus labios ante toda la intensidad que los recuerdos dejaban en su persona.

Levantó la mirada y entonces como si fuera una aparición ella estaba tras el cristal, caminando por el jardín con un vestido rojo brillante y su cabello rubio recogido en un elaborado moño. La contempló cono sí no pudiera creer que estuviera materializada como si tuviera el poder de trasladarla hasta ese sitio, sola. De inmediato salió de la habitación y casi corriendo fue hasta ella.

Se detuvo en el arco que daba al jardín, arregló sus ropas y tranquilizó su respiración, sus ojos no se despegaron de la esbelta figura, había perdido peso, pero a pesar de aquello todavía era hermosa, todavía era Anna Miller la mujer que...

- Hola Anna.

La joven se sobresaltó y llevó una mano a su pecho, sus ojos azules lo miraron asustados; 'Akil Frunció los labios ante aquel gesto, ¿Acaso le temía? Si era así, entonces tenia que demostrarle que nunca le haría daño, no ahora.

- ¿Cómo has estado?

- B-bien - musitó evadiéndole dispuesta a escapar.

'Akil se apresuró deteniéndola del brazo, ella forcejeó un poco antes de admitir su derrota, el príncipe no se iba a dar por vencido. Levantó la mirada y se enfrentó a él aguantando un suspiro.

- ¿Qué quieres 'Akil? - Demandó serena buscando la manera de ocultar al torbellino de emociones que le provocaba -. No creo que haya algo que decir.

- Lo hay - asintió 'Akil algo disgustado por su actitud tan tranquila mientras él... -, ¿Por qué desapareciste esa noche Anna? ¿Qué pasó para que te fueras así sin decir nada?

- Tal vez lo hice porque tu lo hiciste antes - levantó los esbeltos hombros -. O quizá porque era el momento de salir de tu vida fácil, sin complicaciones.

- ¿Sin complicaciones? - Rió sardónico borrando aquel gesto de inmediato -. ¡Te fuiste sin darme ninguna explicación Anna! ¿No crees qué fue complicado no saber si te había pasado algo, si estabas en algún lugar en mal estado,...?

DEMONIO DEL DESIERTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora