CAPITULO 32

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EL OASIS (PARTE 1)

El vuelo hasta Kaddar fue tranquilo. Arregló algunos negocios que tenia pendientes durante el vuelo, Shaquir, el hombre que había dejado en su lugar era muy dedicado y siempre hacia un trabajo muy bien hecho. Las ultimas instrucciones estaban en el correo electrónico que acababa de mandar, lanzó un suspiro y se recargó en el respaldo de su cómodo asiento de piel beige. Miró por la ventanilla el cielo que empezaba a oscurecer. Pensó en Anna Miller y en la tonta escena que hizo por el hecho de verla junto a Charles Donovan. Gracias a Dios que había vuelto a sus cabales, el alcohol le había hecho perder la cabeza. Ahora estaba bien, iba camino a Kaddar para pasar unos días en el desierto, al fin había aceptado la invitación de su hermano el rey, aquello le ayudaría a centrarse y volver a ser el príncipe 'Akil Hanza Al Hassan que disfrutaba de las bellas mujeres y vivía una vida hedonista y llena de emociones fuertes.

Lo primero que hizo cuando sus pies tocaron el asfalto de la pista de aterrizaje fue dar ordenes a la comitiva que le acompañaba. Quería a su servicio varias camionetas todo terreno listas para salir el día siguiente muy temprano y dar un paseo por el desierto hasta el antiguo oasis a donde pasó sus vacaciones con su padre. Ese lugar guardaba un lugar en su corazón, ya que era el único lugar que consideraba especial en donde su padre y él lograron comunicarse de una forma como pocas veces lo hicieron.

Caminó hasta la camioneta que le esperaba. La puerta se abrió y sin mirar a nadie entró encontrándose con un joven vestido a la moda. Sus ojos oscuros muy similares a los suyos lo miraron con la misma arrogancia de los Al Hassan.

- ¿A qué debo el honor de ser recibido por su majestad?

- Mi hermano, el rey me lo pidió como un favor especial - contestó cruzando una pierna con elegancia -, quiere que lleguemos a conocernos como hermanos. Aunque francamente no es algo que me agrade.

- ¡Vaya! - levantó una ceja -, no yo mismo lo hubiera dicho con más sinceridad que la tuya.

Una ligera sonrisa apareció en el apuesto y joven rostro. Lo miró fijamente durante algunos segundos antes de volver su atención al chofer que esperaba instrucciones.

- Llevanos al palacio.

La camioneta blindada se movió. Ambos permanecieron en silencio hasta que el joven príncipe movió ligeramente la cabeza.

- ¿Así que tú eras ese niño que nos miraba desde lo alto de la torre?

- Bueno, Rampunzel no lo era - respondió con ironía.

- Papá nunca nos quiso hablar de ti - continuó sin hacer caso a su respuesta -, yo era el más joven y el que tenia la imaginación más vivida; para mí tú eras un niño misterioso, alguien al que mi padre había encerrado por haber cometido algo muy grave. Gracias a ti no cometí grandes travesuras, temía que mi padre fuera a encerrarme en la torre como a ti.

- Quizás si cometí algún delito - dijo 'Akil mirando por la ventanilla -. Fui el fruto de una relación extra marital con una mujer que sólo utilizó a el rey para vivir cómodamente el resto de sus días. Quizá tu madre me encerró porque le era imposible mirarme.

- Eso lo puedo entender - rió divertido ante las ultimas palabras de su hermanastro -, mi madre es una tirana. A lo mejor porque toda su vida fue educada para ser una reina y al final se graduó con los más altos honores.

'Akil miró con extrañeza a su medio hermano. No entendía el porque él hablaba así de su propia madre.

- ¡No pasa nada! - replicó ante el gesto de ese rostro tan similar al suyo -. Mi madre sabe muy bien lo que mis hermanos y yo pensamos de ella. Aún así no cambia ni lo hará jamás.

DEMONIO DEL DESIERTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora