CAPITULO 37

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MANIPULACIÓN

Habían pasado tres meses desde que la relación con 'Akil había iniciado. Anna se estiró en la cama apenas envuelta en una sabana de fresco algodón. Una sonrisa se dibujo en su rostro, la textura de la tela era lo mejor para su piel sensible, no le gustaba el satín, lo sentía resbaladizo y pesado. Por las sabanas sabia que estaban en su cama, tentó el lugar a su lado pero estaba vacío; sus ojos se abrieron de golpe y giró la cabeza hacia el sitio en donde 'Akil siempre dormía.

Se incorporó y paseó la mirada por la habitación. Se sentó y levantó las rodillas hasta su barbilla y la recargó rodeando sus piernas.

Se había ido. Siempre hacia lo mismo, no tenia la delicadeza de despedirse. Ella tenia que aguantar su frustración de poder despertar a su lado. 'Akil la abandonaba cada mañana a pesar de dormir con ella toda la noche. No entendía en que momento notaba que estaba a punto de despertar y salia de la cama alejándose de ella, y lo mismo hacia cuando ella se quedaba en su cama. Siempre despertaba sola.

Suspiró y se levantó yendo al baño. Se daría una ducha y volvería a su trabajo en el ordenador. Tenia mucho que hacer, estaría ocupada hasta la mitad del día, tenia que localizar a algunos ejecutivos que se perdían después de haber desfalcado a la empresa en donde trabajaban, ella solo revisaba sus cuentas, sus correos, sus redes sociales, otras personas de la empresa cliente que no tenia tiempo de hacer ese trabajo. Que estaba siendo muy rentable para ella.

Limpió con presteza su cuerpo y cabello. Cubrió su cuerpo desnudo y húmedo con la bata de baño mientras limpiaba el vapor del espejo. Sus ojos azules la miraron. Había un brillo que hacia mucho tiempo no tenia, parpadeó un par de veces e hizo un gesto de tristeza. Estaba perdiendo otra vez la perspectiva, estaba consciente de que el príncipe 'Akil era un hombre que no hacia compromisos con nadie y ella de pronto sentía que quería algo más que noches a su lado fingiendo ser una pareja real.

Recargó sus manos en el lavabo y bajó la cabeza. Su cabello mojado cayó en mechones ocultando su expresión. Estaba profundamente enamorada de 'Akil, algo que se había prometido a sí misma no volver a sentir. Era un error que sabia le iba costar nuevamente el corazón.

'Akil dejó caer la hoja que sostenía su mano, lanzó un suspiro y cubrió sus ojos sintiéndose cansado. Lo estaba, se había levantado muy temprano, lo primero que hizo al abrir los ojos fue ver a la hermosa Anna dormir plácidamente entre sus brazos. Su cabello rubio era una masa sedosa descansando en su cuerpo, lo acarició y aspiró su aroma cítrico y entonces una cálida sensación recorrió su cuerpo.

Cada mañana le costaba trabajo levantarse de la cama apenas nacía el nuevo día, era como si su sentido común peleara con ese sentimiento que era totalmente nuevo para él. ¡Mierda! Se recargó en el sillón y frotó con insistencia su frente que dibujaba unas lineas profundas como su confusión.

Por un momento pensó en dejarla, deshacerse de ella como lo había hecho con muchas otras mujeres, huir de lo que le estaba pasando. Volver nuevamente a poner los pies en la tierra, volver a reconocer al libertad.

El timbre del teléfono lo volvió a la realidad, miró el auricular oscuro y lo levantó llevándolo a su oreja.

- ¿Qué pasa Diana?

- Tiene una llamada de larga distancia.

- ¿Quién es? - Preguntó suspirando algo cansado.

- Una mujer que... Dice es su madre...

¿Su madre? ¿Acaso la reina...

¡Tina! ¿La maldita vividora se estaba atreviendo a llamarle? Desde niño no sabia nada de ella, no desde aquel día cuando abrió la puerta de su habitación en aquel lujoso ático en la ciudad de París. La rubia con rizos perfectos y unos enormes ojos verdes felinos y un perfume que le mareaba cuando la tenia cerca lo que ocurría muy pocas veces en sus apenas seis años.

DEMONIO DEL DESIERTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora