CAPÍTULO 25

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PROPOSICIÓN (67)

El resto de la noche la pasó sin poder dormir. Miraba la oscuridad de la habitación mientras su cabeza hacia remembranzas que había hecho lo posible por olvidar. Años negros que la hicieron estar muerta en vida, o tal vez fue algo que ella misma dejó que pasara intentando pagar una deuda, pero ¿De qué? ¿A quién?

Se movió inquieta mirando el techo y la lampara sencilla que colgaba fría y taciturna. ¿Alguna vez se sintió así como la lampara? Con poco valor, dispuesta a dejar que la usaran hasta destruirla. ¡Maldición! ¿Por qué el príncipe 'Akil insistía en hacerla hablar? Ni siquiera el psiquiatra que la trató fue capaz de sacar en su totalidad todos los daños que la convirtieron en una mujer derrotada por la adversidad. Ahora estaba consciente de seguir completamente rota, a pesar de eso todavía estaba dispuesta a recoger los pedazos que ni ella misma sabia en donde habían caído.

Un grito surgió de su cabeza y un remolino de emociones la enloquecieron por un instante; después una detonación la ensordeció.

Se incorporó agitada. Se sentó en la orilla de la cama y cubrió su rostro dejando que algunas lágrimas cayeran silenciosas desahogando el dolor que aplastaba su pecho. ¡No podía hacerlo! Tenia miedo de ser arrojada a un hoyo mucho más profundo del que, apenas estaba asomándose.

Miró al hombre que estaba dormido a su lado. No quería empezar algo que sabia no la llevaría a nada, que al contrario volvería a abrir las heridas. Se levantó olvidando que estaba desnuda y se acercó a la ventana mirando por la cortina entreabierta la noche profundamente oscura.

- ¿No puedes dormir?

la voz varonil la hizo respingar, pero no se volvió simplemente se limpió el rastro de llanto de sus mejillas y cruzó los brazos sobre su pecho como si intentara protegerse.

Lo siento, no quise despertarte - se disculpó con voz ronca.

Las manos morenas rodearon su cintura obligándola a recargarse en el cálido y fuerte pecho masculino. Anna inclinó la cabeza ocultando con su rubio cabello su rostro atormentado.

- No es necesario que contestes mis preguntas - comentó en un tono impasible -. Quería comprender a la mujer que ahora ocupa mi cama, tal vez se deba a que siempre me ha interesado conocer un poco a las mujeres que están a mi lado, pero si tú lo quieres podemos hacer de esta relación algo sólo físico, completamente impersonal.

- ¿Impersonal? - Giró un poco la cabeza algo sorprendida por su propuesta -. ¿Qué quieres decir?

- Bueno, podemos vernos para tener sexo - levantó los hombros inclinando su boca hasta su largo cuello -, yo no me entrometeré en tu vida y tú tampoco lo harás en la mía; dejaremos nuestra vida privada fuera de esto. Podemos vernos sólo para tener sexo cuando se nos apetezca. Tú puedes llamarme cualquier día de la semana a cualquier hora y yo haré lo mismo, saciaremos nuestras necesidades y adiós. Tan simple como eso.

- ¿Qué clase de propuesta es esta? - Lo miró escandalizada.

La hizo girar en sus brazos sorprendiéndola, obligándola a enfrentarse a él. Sus ojos oscuros la miraron con un brillo extraño aunque indescifrable. Torció un poco la boca y comento:

- Voy a ser sincero contigo - la acercó más a su cuerpo -. Me gustas, eres una mujer muy atractiva a pesar de que intentas ocultarlo; sé que no soy indiferente para ti y me deseas de la misma manera que yo lo hago -. Guardó silencio por unos momentos apartando la mirada de ella -. He notado que hace mucho tiempo que no tienes a un hombre en tu cama y yo puedo ocuparla mientras tú lo quieras.

- Esto es... - movió la cabeza sin saber como sentirse ante tal locura -, no sé como llamar a esto.

- Una relación abierta - levantó los hombros mirándola sin ninguna expresión en su rostro -. Tú no tienes ninguna obligación conmigo y yo no tengo ningún compromiso contigo; simplemente nos reunimos a tener sexo la noche que se nos apetezca sin ningún remordimiento. Yo, no volveré a interferir en tu vida y sólo me marcharé si así tú lo quieres.

DEMONIO DEL DESIERTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora