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Lugar: Casa saotoko
Tiempo: Michikatsu encuentra a su padre.

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- ¿Que ocurre padre? -bahōn miro a su hijo con molestia. Parecía que su irá se debía al frío a dónde había salido.

- Nada importante. Solo miro algo de aquí. - anunció tapándose con el haori. Michikatsu también se estaba congelando ahí fuera.

- No importa. Vengo a decirte que debes volver, hay que terminar este asunto del compromiso.

Rápido se acercó a su padre, tocó su hombro y trato de llevárselo adentro de la casa, en ese instante su padre se soltó.

- ...Hay algo que no me gusta de esa niña. -eso sorprendió a Michikatsu que por instinto lo soltó y se aparto despacio.

- ¿Que tratas de decir? -su tono frío hizo que su padre siguiera hablando.

- Algo no me agrada de esa niña. Siento que esconde algo y no puedo adivinar que es.

Michikatsu no quería pensar mal de su padre pero eso era una locura, jamás había conocido a esa chica en su vida. No podía no agradarle cuando era la primera vez que la veía.

Además, había sido él quien sugirió esa casa como ayuda para su futuro matrimonio. No entendía como era posible que ahora se negará a esto.

No tenía sentido y menos en ese momento. ¿Si quiera había pensado en lo que pasaría?

Y ya se había acostumbrado. La niña le gustaba y si su padre no iba a apoyar esto.

Pues tenía dos opciones: O lo acepta y deja de joder, o se queda sin descendencia y él se escapa con la linda chica a una ciudad diferente.

Y la segunda no sonaba mal. Tanto que una sonrisa discreta se le escapó.

(Agradecía a Sumire por la discreción)

- ...No lo sé. -dijo sin más- Parece que exageras. Es una chica tranquila y bonita, además_

- Hablo enserio. -le interrumpió- Esa niña tiene algo que no me agrada, me recuerda a...

- Si te recuerda a alguna de tus amantes guardatelo. No es una de ellas, ni de cerca.

- ¡Michikatsu! -el modo tan agresivo de su padre para pararse en frente de él lo hizo estrecerse.

Bueno más que miedo era molestia y enojo cuando lo veía. Su padre medía más que él aún en sus casi 36 años, no solía envidiar muchas cosas de su padre pero según él Michikatsu debería medir, con su edad, por lo menos un metro con ochenta y uno.

Y bueno, según su estatura: Media metro con setenta y ocho.

Según su padre a los 14 ya medía más que él. Arrogante pero cierto.

Pero se olvidaba de algo que tenía que ver en parte con su falta de crecimiento.

(Según Sumire ya era alto, tanto como su padre. ¿Quién miente? Ni idea.)

- ¿Qué?

- Solo te advierto una cosa-michikatsu puso atención cuando su padre parecía hablar como un sabio-. Cuando una mujer no me agrada suelen ser las más problemáticas.

- Lo que tú digas. -trato de voltear sus ojos pero no lo hizo. No quiso apartar su mirada del otro pero le parecía tonto lo que había dicho.

- Solo te lo advierto. -se acercó al pozo, se agarró del borde y, por accidente talvez, se cortó la palma de su mano. Michikatsu no dijo nada solo lo miraba sin emoción.

- ¿Qué haces?

- ¿Quieres regresar con una buena excusa a la mesa, como el galán de buena fama? -su tono sarcástico hizo que Michikatsu se sonrojara. Tenía una imaginación jodidamente buena.

No quería aceptar que su padre era una mente estratega para casi cualquier cosa, pues cuando era joven su padre había sido él mejor samurai en el campo.

Y se habia jurado, por él mismo y Sumire, que jamas iba a usar la mente estratega que habia heredado para hacer las mismas estupideces que su padre.

Pero está estupidez podía ayudarle.

- ...¿Que quieres hacer?

- Golpeame.

- ¿Solo eso?

- ¿Quieres algo mas?

- Sinceramente, también quisiera patearte.

- ¿Que hice para que me odiaras?

- Por donde empiezo.

- ...

- ...

- ...Una patada.

Si bueno, cuando quieren pueden comportarse como padre e hijo. Y también como un par de idiotas.

¿Lograron verse varoniles?

Quien sabe.

Sangrienta luna de Amor ✿Michikatsu Tsugikuni✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora